viernes, 10 de junio de 2011

Historia de Phoenix XXXIX

Al día siguiente, cuando nos despertamos era prácticamente mediodía, ella ya había vuelto a ser pequeña, yo giré el transformum y nos fuimos juntos a ver a Selina, quien nos recibió con una amplia sonrisa.

-Hola, ¿Que tal noche?
-Bien, muy bien, quería darte las gracias por los polvos mágicos
-La pena es que sólo funcionan esa noche
-Ya, pero ha sido maravilloso, ¿No tienes otros más potentes?
-No
 -Lastima
-Por cierto, ¿Ha llegado el duende?
-No, pero no te preocupes, ya te avisaré, ¿y qué piensas hacer cuando lo sepas?
-Tendré que ir a ayudarlo, es mi hermano
-Puedo acompañarte
-Claro que sí, Yanira, si Zanna te da permiso, pero yo debería pasar por Tarraco a decir algo, llevo días desaparecido y estarán preocupados por mi.

Al oír eso Yanira frunció un poco el ceño.

-Esta bien vete a ver a Elena
-¿Estás celosa?
-¡Claro! Como que ella puede estar contigo y yo no
-Lo que siento por ti, no lo siento por ella
-Bueno, es un consuelo, haz una cosa, quédate con ella hasta que regrese el duende con la información, entonces ya iré yo a buscarte

Así lo hice, regresé y Elena se alegro mucho de verme.

-¿Donde estabas? Estábamos muy preocupados por ti
-Me perdí y he estado unos días dando vueltas por el bosque hasta que conseguí encontrar el camino de vuelta
-¡Menos mal! Hay unos bandoleros por la zona, pensábamos que te habían asesinado, estuvimos buscándote por los alrededores pero no te encontramos
-No te preocupes, estoy bien, aunque necesitaré una camisa nueva, la vieja se me rompió
-¿Y no tuviste frío?
-No, estamos en verano
-Dame un abrazo, que me tenías preocupada y ¿Se puede saber a donde ibas?
-He tenido noticias de mi hermano, tiene problemas, en unos días cuando reciba más noticias suyas tendré que ir a verlo
-¿Que le pasa?
-Tiene problemas y tendré que ir a ayudarlo, no te puedo decir más
-Vale, ¿Que haremos nosotros? Mientras tú no estés
-Podéis quedaros aquí todo el tiempo que queráis, yo ya volveré
-¿Y si no vuelves?
-¿Por qué preguntas eso?
-De la manera que lo has dicho, me preocupo
-Pues no te preocupes, volveré pero no sé cuando

Al día siguiente me eché el puñal “Gram” para mi, quería llevarlo encima para defenderme como humano la próxima vez que me asaltaran, lo preparé especialmente, pensé en darle mucho filo pero no lo necesitaba, Guillermo como siempre no perdía detalle de todo lo que hacía.

-¿En serio no te vas a quedar con nosotros? 
-Volveré no os preocupéis pero debo partir
-Es una pena, me gusta mucho estar aquí contigo, desde que murió mi padre esto es lo más parecido a un hogar que he tenido
-¡No te preocupes! Aquí podréis quedaros y sé que tu madre será capaz de apañárselas, además tú también le ayudaras
-¿No sabes cuando volverás?
-No, quizás tarde en volver

A la semana se estar en Tarraco, vino a verme Yanira

-Hola, ya llegó el duende espía, ya tenemos las noticias

Me despedí de Elena y Guillermo, cogí unas cuantas cosas en un zurrón, no demasiadas para poderlo llevar convertido en ave  y me marché, unas calles más abajo cuando me aseguré que nadie me veía entré en una casa abandonada, donde poder hacer el cambio.

Una vez convertido en ave fénix emprendí el vuelo a toda velocidad hacía la cabaña de Selina.

-Hola, dime, ¿que noticias trae?
-Dice que, efectivamente hay un tal conde de Lemmuns, interesado un poco en la magia que consiguió capturar a un ave fénix, y lo tiene prisionero en el salón de su castillo ahí puede enseñarlo a las visitas, lo tiene para usar sus plumas para hacer hechizos,
-¿Sus plumas?,
-Sí, las plumas del ave fénix sirven para multitud de hechizos
-Ya, ya lo sé, pero me extraña, Alvarie intentaba conseguir la vida eterna, hay un cambio
-Tienes razón, demuestra que no es un mago aunque le gustaría, si no aprovecharía su magia de otra manera más útil
-De todas formas debo ir y rescatarlo, ¿donde lo puedo encontrar a ese conde?
-Vive en un castillo en un condado cerca de Saguntum
-¿Por donde queda eso?
-Cerca de la costa hacia el sur, mira, aquí tengo un mapa


Sacó de un baúl donde había cientos de pergaminos enrollados un mapa y lo desenrolló encima de la mesa.

-Mira, lo que te decía, sigue la costa hacia el sur

Memorice un poco los cabos del mapa y algún otro detalle para situarme


-Pues hacía allí voy

Yanira se metió dentro de mi zurrón porque ella no puede volar a la velocidad que yo lo hago ni recorrer la distancia que íbamos a recorrer.

Salí en dirección al sur, todas las aves tenemos un sentido que nos indica siempre hacía donde esta el sur y el norte,  aunque cuando sabes que tienes que seguir la costa lo tienes mucho más fácil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario