lunes, 20 de junio de 2011

Diario de un enfermo II


Entré en urgencias ayudándome de dos muletas, vi varias ventanillas decidí acercarme a una que ponía “Atenció al ciutadà” pensando “Soy un ciudadano y necesito que me atiendan”, en cuanto se fue la señora con la que discutía se dirigió a mi:

“¿Que desea?”

Reconozco que no me esperaba esa pregunta pues me pareció tonta aunque muchas respuestas pasaron por mi mente: “¿A ver? Esto es urgencias y vengo con muletas ¿que voy a querer?” “Poder andar” “Que me atiendan” “¡UN MEDICO!” pero mi alter ego se quedó en el pensamiento y habló el yo civilizado:

-Pedir hora,para,que me mire un medico
-Pues eso es en la ventanilla de al lado

Me dirigí a la ventanilla de al lado que carecía de letrero y hasta hacía un momento, de personal atendiendo, ahora dos chicas muy guapas me esperaban.

-Tarjeta sanitaria por favor
-La he perdido
-Bueno pues el DNI
-Toma
-Siéntese que enseguida le llaman – Me dijeron entregándome un hoja llena de pegatinas con mis datos


Al poco, sonó mi nombre por megafonía para que me dirigiera a la puerta “Triatge 1” donde un chico joven con barba y disimulado acento argentino me hizo la pregunta que tanto miedo me daba.

-”¿Que te pasa?”
-Pues no sé, que no puedo andar, me fallan las piernas

Se me quedó mirando.

-¿Como?

-Se me pliegan las piernas, me dan rampas y se me suben las piernas solas
-Y ¿No has ido al médico?

Mi mente retrocedió al día que quería olvidar en que entramos en el dispensario de mi pueblo: Una casa de pueblo antigua con la típica cortina de plástico en la entrada, suelo rustico de imitación a granito, un enfermero borde nos hizo esperar sin casi responder.

Cuando nos tocó el turno nos indicó que pasáramos, subimos unos escalones, en frente estaba la típica escalera con barandilla de hierro macizo, con los barrotes retorcidos igualita que la escalera que mi abuela tenia en su casa, bueno creo que todas las abuelas tenían una barandilla igual, pues en el hueco de esa escalera se encontraban dos sillas de ruedas aparcadas, cuando las vi y me fijé en la cantidad de escalones y sus características pensé que ahí una silla de ruedas era tan inútil como un pijama de verano.

Entramos, mi novia dijo un “Hola” alegre y sonoro, yo también dije “Hola” pero reconozco que el mio fue débil y cansado, “con la boca chica” se podría decir, un mero formalismo de una cortesía que no me apetecía nada.

-Cuando se entra en un sitio se dice “Hola”

El medico de avanzada edad con pelo cano, rasgos contundentes y muy serios había dejado el ordenador para dirigirse a mi. Lo observé, tenia cara de no haberse reído en la vida, una ligera apoplejía parecía haberle paralizado media cara y hacia que me mirara a mí con el ojo izquierdo y a mi novia con el derecho, me pregunté si también le habría afectado al oído.

-He dicho “hola”
-Pues a ella sí la he oído pero a ti no
-Pues también lo he dicho – “Empiezo la visita estupendamente”

Dirigió la vista otra vez al ordenador y preguntó:

-¿Como es que no has venido nunca antes?
-Vine una vez hace tiempo
-¡Pues en el ordenador no me sale nada!
-Bueno, es que no soy el típico hipocondríaco que va a medico cada vez que le duele algo – Ya puestos, yo también me puse borde
-No se trata de eso, pero es que . . . .- y sin acabar la frase señaló al vacío de la pantalla del ordenador donde debería salir mi historial – Bueno ¿Que te pasa?
-Que últimamente me fallan las piernas y no puedo andar bien

Me miró como queriendo cerrar un ojo y arquear la ceja.

-¿Cuanto pesas?

Sabía que iba a salir ese tema

-105 Kilos
-Pues estás muy gordo
-Ya lo sé

“Para decir eso no hace falta sacarse la carrera de medicina, mi hijo de 9 años ya me lo dice”

-Y tendrás el colesterol alto
-No, hace poco me hicieron un análisis en el trabajo y el colesterol lo tengo bien, lo único que tengo alto son los trigliceridos
-También afectan, también ¿Has traído ese análisis?
-No, se me ha olvidado
-Pues lo hubieras traído al menos tendríamos algo con que poder trabajar
-Ya, pensaba traerlo pero se me ha olvidado
-¿Consumes alcohol?
-Sí -Otra inclinación de cabeza
-¿Cuanto?
-Lo normal
-¿Y cuanto es lo normal para ti?
. . . . . .

-Bueno creo que es un problema de circulación ¿tomas alguna proteína?

Negué con la cabeza pero mi chica saltó enseguida

-L-Carnitina

El médico movió la cabeza como si fuera un muelle y señaló a mi nena

-Eso va a ser

Me quedé parado

-Ciertamente ignoraba que la L-Carnitina fuera una proteína, yo estaba convencido que eran una pastillas para adelgazar

-Ya pero cuando el cuerpo la metaboliza se transforma en creatinina que influye, aunque tendrías que perder peso, adelgazar y sobretodo, perder masa corporal, yo si quieres te puedo apuntar a que te visiten las enfermeras

Pensé: “¿Para qué? Para perder una mañana de trabajo cada semana en venir aquí y que me echen la bronca por no haber adelgazado nada, paso”.

-NO

Después de insistir unas diez veces más en que tenía que perder peso me envío al simpático abuelo de la entrada que me dio hora para hacer un análisis de sangre ¡EL DÍA 27! ¡Que paciencia!.


2 comentarios:

  1. ¿Que ha pasado con tu cuartico? Lo as cambiado por la cama de un hospital me parece ¿no?
    Impresionante tu relato...¡¡Pero muy verdadero!! De eso te puedo yo hablar largo y tendido...jajajaja

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  2. Esa es ahora mismo . . . mi casa
    Ahí tengo mi destino esperandome

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