miércoles, 29 de junio de 2011

Diario de un enfermo IX


Martes

El día de la operación te levantas extraño, un letrero en tu mesita de noche recuerda a todo el mundo que no te den ni comida ni agua, pasaron los médicos pronto para saludar, también te advierten de le posibilidad de que la operación anterior se complique y te quedes en ayunas hasta tarde o, haya que dejarla para otro día.

Ese recuerdo de los peores ratos, esa incertidumbre de cuando vendrán a por ti, de que pasará si algo sale mal, porque puede salir, piensas en cosas que no has hecho, entre el testamento.

Por fin, llegó el momento en que el celador vino a buscarme para llevarme a la antesala, un trozo de pasillo donde los familiares se amontaban esperando que salga alguien vestido de verde a decirles “como ha ido”.

Una vez dentro, te cambian de tu cómoda cama a una camilla de quirófano y entre tres celadores y cuatro en enfermeras te van preparando para la operación

Reconozco que esperaba la entrevista con el anestesista, ya que suelo leer el blog de la doctora Jomeini y cuenta muchas anécdotas de dichas entrevistas pero no se produjo nunca, mi anestesista se presentó cuando ya estaba en el quirófano y únicamente me dio una hoja para firmar que no pude ni ojear.

Pero bueno, enseguida me dormí y al momento (por lo menos me pareció a mi) empecé a despertarme, oía a dos enfermeras hablando de irse de viaje a Mallorca, o quizás a Menorca, yo pensé: “Aquí preparándome para la operación y hablando de las vacaciones” entonces examiné mentalmente mi garganta y me di cuenta que la operación ya había concluido.

Que mi dolor de cabeza debía ser sin duda, ese que tanto dicen de después de una anestesia total, y pensé: “Pues no es para tanto, hay días que me he levantado de resaca mucho peor”, poco a poco volvía a la consciencia y reconocí al médico:

-Hola ¿Como ha ido todo?
-Muy bien, te las hemos operado las dos sin ningún problema -contestó Él, un poco sorprendido por mi pregunta y se fue, creo que ha hablar con mi familia

El rato después lo pasé bastante mal, dentro del quirófano sin poderte mover, los brazos se me caían ya que la camilla únicamente cogía el cuerpo y los reposabrazos que montaron antes de operarme habían desaparecido.

Cuando por fin hubo sitio para mi en el REA me sacaron del quirófano y me dejaron en mi cama, el REA es una sección intermedia, te tienen por decirlo de alguna manera en observación, una maquina te mira las pulsaciones, otra te mide la tensión cada diez minutos, el nivel de oxigeno en sangre, etc. De esa manera te tienen vigilado si hubiera algún inconveniente, pero es muy, muy aburrido.

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