martes, 17 de julio de 2012

Después de varios años sabiendo que debía cambiar de oficio,  después de costarme mucho decidirme, retrasandolo por miedo a dar el salto y viendo que hacía, que hacía tarde. Por fin, dí el salto, vendí la maquina con la que me había ganado la vida los últimos diez años  y me puse a buscar qué hacer, buscaba algo... que me ilusionase, un proyecto que animase mi triste corazón.

Poco a poco fuí desestimando cosas porque, la cosa está muy mal para aventuras, tampoco tengo margen de error, ya me gustaría tener dinero para «Aguantar unos meses mientras la cosa funciona».

Después de darle muchas vueltas recuperé una antigua ilusión, un proyecto que nunca que había vuelto loco, entré en un pub y me gustó, estaba distribuido por zonas, era un local tranquilo aunque había ambiente, no estaba lleno, porque en los tiempos que corren es muy díficil.

Me lo imaginé decorado a mi gusto y me pareció que podía quedar bien, que podía ser un buen sitio, no el trabajo de mi vida, pero un sitio donde poder estar a gusto... y ganarme la vida.

Entonces llegó el salto al vacío, y entrar a ciegas en un mundo que desconozco, organizar neveras, bebidas, preparar listas de precios, etc. aunque una cosa que no cambia es negociar con los representantes, ya vendan cerveza o aceite de motor, siempre hay el mismo tira y afloja, que hace  que hace nunca sepas cual es el verdadero margen que tienen... y hasta donde te podrían llegar a bajar.

Así llegó el momento en que me dieron las llaves, entonces entras y ves todo lo que habría que arreglar, es imposible arreglarlo todo, imposible economicamente hablando, decides arreglar cuatro cosas antes de abrir y lo demás ya se irá haciendo.

-»Lo que no arregles antes de abrir no los arreglarás»- Te dicen
-»Pues se quedará así»

Al final abres, y no es como te esperabas, empiezas a pensar en excusas por que la gente no entra, vas arreglando cosas como puedes pero te decepcionas cuando ves que no se hace caja, por suerte sé que llevo buen camino y tengo la esperanza que pronto empezará a funcionar la cosa.

Pero bueno, sé que he escogido una buena senda y que debo seguirla, si puedo seguir claro, pero debo hacer lo posible por aguantar y ya llegaran los frutos.

sábado, 7 de julio de 2012

Recuerdos y olvidos


Ahora he entrado en un grupo de cafe de escritores  donde vamos haciendo relatos, este es el primero


Andaba yo paseando con mi hijo cuando pasamos por un parque donde las madres llevaban a sus hijos, mientras los niños juegan ellas forman corrillos y se dedican a ponerse al día de cotilleos.

Cuando pasé por su lado observé que se me quedaron mirando, yo les dirigí una sonrisa y continué mi camino.
-¿Puedo columpiarme un rato?
-Claro que sí, hijo

Mientras observaba a mi hijo que corría hasta los columpios y se subía en uno libre, no sé porqué pero me acordé de Penélope, era una chica morena no muy alta de pelo largo y mirada tierna, fue mi primer amor, teníamos quince años y yo estaba locamente enamorado de ella. Ella en cambio me dijo lo peor que te puede decir una chica que te gusta:
-“Es que te quiero sólo como amigo”

Así me convertí en su mejor amigo y durante unos años me contaba siempre sus cosas, sobre todo sus devaneos amorosos. Cuando me decía:
-“¿Por qué fulanito no me quiere? ¿Por qué pasa de mí?”

Yo me hacía polvo por dentro deseando decirle que conmigo sería diferente, que yo la trataría bien y no la haría sufrir… Pero ella nunca tenia ojos para mí, aunque siempre buscara mi hombro para consolarse. Hasta que un día exploté

Al día siguiente me desperté triste y con resaca cuando sonó el teléfono.
-“Hola soy Penélope, me gustaría hablar contigo”
-Vale, después de comer me paso a verte
Pensaba que querría regañarme y recordarme mi etiqueta de “sólo amigos” pero no, para mí sorpresa me dijo que lo había pensado y podíamos probar.

Así empecé a salir con ella, aunque duramos poco, yo era feliz a su lado pero ella no tanto, a los dos meses me dejó y yo me sentí hundido, decidí entonces que borrarla de mi vida: Rompí todas sus fotos, me deshice de todo lo que me recordaba a ella, incluso dejé de ir por su barrio. Supongo que lo conseguí, ya no recuerdo su rostro, apenas que sus ojos eran negros y sus pechos grandes pero nunca olvidaré los buenos ratos que pasamos juntos y que a su lado era feliz. Es lo que tiene el primer amor.

Muchas veces me pregunto qué habrá sido de ella, me gustaría encontrármela un día y hablar un rato, para saber qué fue de su vida.

Seguía yo con mis pensamientos cuando volvió mi hijo del columpio y reemprendimos la marcha.
Entonces, en el corrillo de mujeres una dijo:
-Veis ese hombre que se va con su hijo, ese que ni siquiera me ha saludado, pues hace veinte años me juró amor eterno, para que veáis lo que vale la promesa de un hombre.