El otro día tuve un sueño.
Soñé que era un ave fénix que
volaba por encima de un bosque, me dirigía a un pueblo perdido en las montañas
donde vive una amiga mía. Penélope es una chica bajita y morena a que conozco
desde que era una niña. Recuerdo que todavía iba al instituto cuando su
profesor de matemáticas enfermó. Entonces vino a dar clases Iker, un profesor
sustituto y ella se enamoró perdidamente de él como se enamoran las
adolescentes de algún profesor o de su monitor de esgrima.
Cuando llegó el mes de abril su
profesor se recuperó y por lo tanto el profesor sustituto tuvo que marcharse
pero antes de marchar le juró que volvería para el próximo curso.
-Volveré antes que de los sauces
caigan las hojas.
Ella se pasó el verano sentada en
un banco del andén, con un bolso de piel marrón y unos zapatos de tacón
abanicándose con su abanico.
Pasó el verano y el profesor no
volvió pero ella siguió esperándolo durante años. Volví a pasar otra vez por
aquel pueblo años más tarde y me la encontré sentada en aquel banco del andén
mirando los trenes que pasaban. Allí seguía ella.
Hoy es un día especial, sé que su
amor viaja en el próximo tren y por eso vuelo rápido para llegar antes y poder
contemplar el encuentro.
Llego a la estación y me poso en
el banco a su lado. Todo el mundo se me queda mirando, un ave fénix no es una
cosa que se vea todos los días, pero ella apenas me hace caso.
-Hola Fénix ¿Cómo tú por aquí?
Me saluda pero sus ojos están
atentos a la vía pues un tren silba en la lejanía. Yo la miro, ya es una mujer,
su cuerpo es de mujer pero en su alma sigue siendo aquella niña enamorada del
instituto, como si su reloj se hubiera parado aquella tarde de primavera.
Para el tren y se baja gente que
para ella son sólo muñecos que pasan por delante de ella como actores
secundarios de una película. Entonces se baja él y se acerca hasta ella.
-Hola, amor mío, ya he llegado.
Ella lo observa, no es como lo
recuerda, está más gordo y tiene más frente, su pelo antes negro azabache ahora
es gris. No coincide con la imagen de su memoria, no es el hombre con quién
lleva soñando todos estos años.
-Perdón, se equivoca
-Pero Penélope si soy yo
-Por favor, déjeme, estoy
esperando a alguien.
Iker toma aire.
-Penélope, he venido a buscarte
pero debo volver ¿Te subirás conmigo al tren?
-No, debo quedarme aquí
esperando.
Iker se sube al tren decepcionado
y la observa desde la puerta, esperando que cambie de opinión y se suba
corriendo al tren. Entonces se gira y me pregunta.
-¿De verdad era él?
Yo niego con la cabeza.
-Siempre tendemos a idealizar a
nuestro amor y tú lo has idealizado durante tantos años que tu amor ya no es
Iker.
-¿Y qué puedo hacer?
-Saluda y dile adiós
-Pero entonces ¿Dejo escapar a mi
gran amor?
-Sí, Iker fue tu primer amor y
siempre estará en un rincón de tu corazón pero debes dejarlo marchar en el tren
y decirle adiós
-¿Y qué pasará después?
-Muy fácil, que vendrá tu segundo
amor.
Posdata: Quiero pedir disculpas a
Juan Manuel Serrat por destrozar su preciosa canción de esta manera.