sábado, 15 de junio de 2013

Penélope


El otro día tuve un sueño.
Soñé que era un ave fénix que volaba por encima de un bosque, me dirigía a un pueblo perdido en las montañas donde vive una amiga mía. Penélope es una chica bajita y morena a que conozco desde que era una niña. Recuerdo que todavía iba al instituto cuando su profesor de matemáticas enfermó. Entonces vino a dar clases Iker, un profesor sustituto y ella se enamoró perdidamente de él como se enamoran las adolescentes de algún profesor o de su monitor de esgrima.
Cuando llegó el mes de abril su profesor se recuperó y por lo tanto el profesor sustituto tuvo que marcharse pero antes de marchar le juró que volvería para el próximo curso.
-Volveré antes que de los sauces caigan las hojas.
Ella se pasó el verano sentada en un banco del andén, con un bolso de piel marrón y unos zapatos de tacón abanicándose con su abanico.

Pasó el verano y el profesor no volvió pero ella siguió esperándolo durante años. Volví a pasar otra vez por aquel pueblo años más tarde y me la encontré sentada en aquel banco del andén mirando los trenes que pasaban. Allí seguía ella.
Hoy es un día especial, sé que su amor viaja en el próximo tren y por eso vuelo rápido para llegar antes y poder contemplar el encuentro.
Llego a la estación y me poso en el banco a su lado. Todo el mundo se me queda mirando, un ave fénix no es una cosa que se vea todos los días, pero ella apenas me hace caso.
-Hola Fénix ¿Cómo tú por aquí?
Me saluda pero sus ojos están atentos a la vía pues un tren silba en la lejanía. Yo la miro, ya es una mujer, su cuerpo es de mujer pero en su alma sigue siendo aquella niña enamorada del instituto, como si su reloj se hubiera parado aquella tarde de primavera.
Para el tren y se baja gente que para ella son sólo muñecos que pasan por delante de ella como actores secundarios de una película. Entonces se baja él y se acerca hasta ella.
-Hola, amor mío, ya he llegado.
Ella lo observa, no es como lo recuerda, está más gordo y tiene más frente, su pelo antes negro azabache ahora es gris. No coincide con la imagen de su memoria, no es el hombre con quién lleva soñando todos estos años.
-Perdón, se equivoca
-Pero Penélope si soy yo
-Por favor, déjeme, estoy esperando a alguien.
Iker toma aire.
-Penélope, he venido a buscarte pero debo volver ¿Te subirás conmigo al tren?
-No, debo quedarme aquí esperando.
Iker se sube al tren decepcionado y la observa desde la puerta, esperando que cambie de opinión y se suba corriendo al tren. Entonces se gira y me pregunta.
-¿De verdad era él?
Yo niego con la cabeza.
-Siempre tendemos a idealizar a nuestro amor y tú lo has idealizado durante tantos años que tu amor ya no es Iker.
-¿Y qué puedo hacer?
-Saluda y dile adiós
-Pero entonces ¿Dejo escapar a mi gran amor?
-Sí, Iker fue tu primer amor y siempre estará en un rincón de tu corazón pero debes dejarlo marchar en el tren y decirle adiós
-¿Y qué pasará después?
-Muy fácil, que vendrá tu segundo amor.

Posdata: Quiero pedir disculpas a Juan Manuel Serrat por destrozar su preciosa canción de esta manera.