martes, 28 de junio de 2011

Diario de un enfermo VIII

Lunes


A la mañana siguiente me despertó una enfermera que entró muy temprano en la habitación, venía a prepararle la cama al que iba ser mi improvisado compañero de habitación. Él, llegó más tarde, un hombre más mayor que yo pero tampoco anciano, llegó acompañado de su mujer y, supongo que un hijo, luego le vinieron todo el cumulo de visitas a darle animos.

En esas, llegaron los médicos que me operaran, dos chicos bastante jóvenes de pelo corto, uno alto y delgado y otro algo más bajito y menos delgado; se presentaron y poco más, preguntaron por la autorización, los vi más serios que el otro chico pero también parecían más profesionales  aunque es mejor no pensar en eso.

Al rato volvió uno de ellos con dicha autorización para que la firmara.

-¿La puedo leer?
-Vale pues que la dejo y luego se la das a la enfermera

En la autorización ponía más o menos lo mismo que me había explicado el médico, un poco más detallado y siempre con el % con el que siempre trabajan los médicos.

La estadística es la peor de las ciencias, sobretodo aplicada a la medicina, porque miras y dices: “Hay un 3% de quedarme invalido, bueno a mi no me va a tocar” claro pero hay alguien a quien le toca “Joder, de cien que somos, me tiene que tocar a mi” pues sí, en algún hospital alguien lo dice.

También ponía que, en caso de surgir cualquier inconveniente durante el proceso, todo el personal haría cuanto estuviese es su mano para solventar de la mejor manera para mi salud, es un consuelo.
 Después se llevaron a mi compañero a operar y me quedé solo otra vez aunque luego vinieron visitas a verme mi suegra, mi novia, mi cuñada etc. coincidieron mi suegro y mi madre, que no se conocían  y también ¡Sorpresa!  Un viejo amigo que hacía tiempo que no veía.

-¿Como tú por aquí?
-¿Que pasa? ¿No puedo venir a verte?
-Claro que sí, ¿por qué no ibas a poder venir?

Bueno estuvimos un rato charlando y luego vino otra vez mi novia y mis hijos.

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