martes, 15 de marzo de 2011

Historia de Phoenix XXVIII


Al día siguiente me acerqué a echarle una mano a Diana, estaba con unas cuantas hadas de Zanna que habían decidido ir con ella, la gente iba viniendo poco a poco al enterarse para colaborar.

-Que ¿Como va eso?
-Mal, nos costará mucho ir eliminando zarzas
-A eso sí puedo ayudaros, ven Yanira, tu me ayudaras

Fui quemando todas las zarzas mientras que Yanira se encargaba de que el fuego no se desmadrara, hacíamos buena pareja, yo puedo crear fuego, encender cualquier cosa pero no hacer que se apague, ella en cambio las controlaba muy bien, las movía o hacía que se apagasen

-Esto es muy divertido
-Sí, la verdad es que hacemos buena pareja

Así estuvimos toda la mañana, quemando todas las zarzas para que después las hadas fueran haciendo que salir nuevas plantas, el fuego no es sólo destrucción también es renovación, a veces hay que quemar lo viejo para poder volver a empezar.

Una vez hubimos acabado vi que ya no podía hacer nada por ayudar a Diana, ahora era trabajo para las hadas y los duendes que quisieran ayudar.

P -Debo emprender mi camino, ya no puedo ayudar en nada
D -No te preocupes, ya nos has ayudado bastante, sigue tu camino y disfruta de tu regalo
P -Pues sí, pienso usarlo y mezclarme durante un tiempo con los humanos
D -Eso me recuerda algo, toma encontramos esto por ahí debía ser de Alvarie

Me dio una bolsa de cuero iba cerrada con una cuerda, la abrí y dentro habían unas monedas algunas de oro, otras de cobre.

P -¿Y esto?
D -Te hará falta en el mundo de los humanos

Ciertamente sí, en el mundo de los humanos habían dos cosas necesarias: Dinero y ropa, debía conseguirme algo de ropa, en el mundo mágico siempre nos ha sorprendido la necesidad que tienen los humanos para ocultar su cuerpo, ¿como pueden sentir vergüenza de su propio cuerpo? Como si se avergonzaran de ellos mismos, pero bueno, no es momento de juzgarles, de hecho después de tantos siglos mezclándome con ellos, sigo sin comprenderlo.

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