lunes, 7 de abril de 2014

Volviendo al tarot


El otro día chateando con una amiga, salió el tema de las cartas del tarot y me acordé de las mías que tengo olvidadas hace mucho tiempo.
-Tengo una baraja del tarot, pero hace tiempo que las tengo olvidadas y seguro que están enfadadas conmigo -Dije yo.
-¿Enfadadas? Pero si son cromos -Contestó ella.

Yo, me mordí la lengua por no empezar una discusión que sé como va a acabar.
-"¿Cromos? Tú prefieres creer que en una paloma y una virgen y yo no te digo nada."
Pero claro, si digo eso soy un sacrílego y tengo que respetar las creencias de los demás. Tengo que respetar las creencias de la gente que no respeta las mías.

Digan lo que digan, cromos o no. No conozco a nadie al que no se le encoja el estomago cuando le sacas el arcano número XIII.

La cuestión es que en su momento me ayudaron mucho a pensar y ahora también me vendrían muy bien. Por eso decidí hacer las paces con ellas. Las saqué del cajón y me acerqué a ellas como te acercas a un amigo al que hace tiempo que no llamas y ahora le tienes que pedir un favor.  Las cartas del tarot ayudan a conectar con tu subconsciente y noté que el vinculo se había roto, pero pienso recuperarlo.

Más ahora, porque siento que es un buen momento para recuperar mi lado místico (Sí, además de un lado oscuro también tengo un lado místico).
Ahora siento a Sabina diciéndome: "¡Cuidado chaval! Te estás enamorando".
Me pregunto ¿Qué pensará ella de mí? Supongo es demasiado guapa para conformarse con un "abuelo" de cabello blanco como yo, porque mi pelo ya no es canoso. 
Sólo hay una manera de averiguarlo pero me da miedo, siempre me he cortado mucho en estos casos. Me da miedo el rechazo, el fracaso y eso que no intentarlo es un fracaso seguro.
Me gustaría poder mirarla a los ojos y decirle: "Esa sonrisa que tienes de niña de colegio de monjas cuando hace una travesura, me vuelve loco."
Espero reunir el valor para decírselo llegado el momento.





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