jueves, 30 de septiembre de 2010

Historia de Phoenix IV

Ahora todo mi fuego resultaba inútil hasta que, uno de los trols mientras intentaba capturar a Yanira tropezó con mi jaula, en cuanto se abrió la jaula, todo mi fuego que estaba contenido por la jaula saltó al exterior provocando una deflagración que salió fuera de la cueva como un cañonazo.
Observé toda la destrucción que sin querer había provocado, las ratas de la jaula ahora estaban al punto, por el suelo estaban trols chamuscados otros habían salido disparados fuera de la cueva con la explosión, todo el interior de la cueva estaba quemado.
 -Yanira, ¿donde estas?
-Aquí, aquí debajo de un trol Por suerte estaban a punto de capturarla antes de la explosión un trol le había echado un manta encima, eso y el propio trol le salvaron de la deflagración, aparté el trol de un empujón y levanté la manta, allí estaba ella magullada y asustada.
-Te dije que era una trampa
 -Lo siento, lo siento muchísimo, nunca en mi vida me habían capturado -Claro, el señor no sabía que existen las jaulas mágicas ¿no?
-Pues la verdad es que no
-¿Como te crees que pueden capturar un hada?
-No lo había pensado, ¿con una manta apestosa?
 -Hola, puede alguien sacarme de aquí Entonces nos giramos y vimos a la reina de las hadas en su jaula que, al ser mágica no había sufrido ningún daño.
 -Claro majestad, enseguida te sacamos de ahí, ayúdame Phoenix Abrí la jaula como pude ya que Yanira estaba muy débil para hacer nada
-Quiero darte las gracias por salvarme y por acabar con los trols
-Espero no haberlos liquidado, no me gusta hacer daño -Ni siquiera a los que te habían encerrado
-Ni siquiera a ellos, nunca debí usar mi fuego dentro de una cueva llena de gente, vosotras tenéis suerte de estar enteras, si os hubiera pasado algo malo no me lo hubiera perdonado nunca -Tienes muy buen corazón Phoenix, ahora marchémonos antes de que despierten Cogí a Yanira y huimos volando ya que las heridas de la mayoría de los trols eran superficiales y no tardarían mucho en reaccionar, por no hablar de los que habían salido despedidos con la deflagración que estaban fuera asustados pero no tardarían en entrar.

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