miércoles, 1 de julio de 2009

Mi vida 16a















Cuando cumplí los 16 años “heredé” de mi hermano mayor una moto de 75 cc, él 7 años mayor que tenia ya una más grande y esta permanecía olvidada en un rincón del garaje cubierta de polvo.
 Un día salí a dar una vuelta, aceleré en la recta y al llegar a la curva fui a frenar y no encontré el freno trasero, se le había salido el pasador y la palanca estaba colgando, entonces me entró pánico, el freno delantero se me había estropeado dos días antes y todavía no lo había arreglado,
“¿Qué hago?, reducir marchas” Pero se me acabó la recta y me estampé contra una pared de bloques rugosos, muy rugosos una lija gigante donde yo me deje la pierna.

Recuerdo que cuando me ví en el suelo pensé: “Anda si todavía estoy vivo”, como si me hubiera encontrado de frente con la muerte, le hubiera dado dos besos y ella me hubiera dicho:

 -“Hoy no es tu día chaval, ya vendré a por ti más adelante”
 -“Cuando tú quieras, guapa, ahora ya sabes donde vivo”

 Recuerdo que el manillar me había hecho un agujero por el que se me veía la tibia perfectamente, no voy a describirla, todos hemos visto huesos alguna vez, llegué al medico, me curaron, no me pusieron escayola ya que cada semana tenían que abrir y curar las heridas, me pusieron un vendaje compresivo hecho con un papel de celulosa químicamente igual al papel higiénico pero, no veas que moqueo cogió el medico cuando dije que era papel de water.

 Con el tiempo se curaron las heridas, se soldó el hueso y el doctor, con esa simpatía de los médicos de la seguridad social me dijo:

 -Chaval, yo ya te he curado la pierna ahora es tu problema.

 Hoy día, lo llaman rehabilitación, la cuestión es que, tuve que volver aprender a andar, sí ese gesto que hacemos sin pensar, a mí se me había olvidado, pero bueno aprendí a andar, entonces faltaba el último paso.

 Una mañana bajé al garaje y me miré la moto, el manillar torcido y el faro roto demostraban que ella también había sufrido, le limpie el polvo, me subí y la puse en marcha, cuando oyes el motor nuevamente, un escalofrío te recorre el cuerpo.

Primera y sales andando. Vas con miedo, sabes que te puede hacer daño, mucho daño pero aún así estas dispuesto a correr el riesgo, con el tiempo le vuelves a coger confianza y vuelves a arriesgar.

 Creo que existe un paralelismo entre ir en moto y el amor, como si al acabar una relación se te rompiera un hueso en el alma, pero también se curan y luego sólo queda una cicatriz, un recuerdo, y después vuelves otra vez a querer a otra persona.

Pero cuando echo la vista atrás no me pesan ni los huesos rotos, ni los amores olvidados, me pesan los errores cometidos y las promesas que no llegué a cumplir.

6 comentarios:

  1. como siempre callas más que dices...
    lo del papel del water me ha hecho reír, lo de volver a aprender a andar, pos un reto.
    las promesas sin cumplir...eso pues está en ti y creo que te duelen
    un beso amigo

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  2. tienes razón mis historias son . . . como un iceberg pero bueno, igual algún día me animo y cuento el resto pero entonces flipareís

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  3. Desde luego, que vista tienes vangelisa, porque sí, es una promesa que no cumplí la que me pesa más que una losa de 40 toneladas, más que todos los huesos rotos pero ya no puedo hacer nada por remediarlo.

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  4. que recuerdos, cuando la pintaste de negro, yo creo que mas que la vista hacia atras debes mirar ahora tan solo para hacia delante y olvidarte de historias pasadas, como dice la cancion: cuaquier tiempo pasado fue peor no esperes a que den las doce, un saludo alcon callejero

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  5. Ahora considero que me encuentro en un punto de inflexión de mi vida en el que debo decidir quien y que voy a ser el día de mañana es un buen momento para reflexionar y recordar el pasado para aprender de mis errores me ayuda mucho.

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  6. Además he publicado este articulo pensando en todos los desamorios que leo en la globosfera, pensé que a alguien le puede ayudar como a mi amiga Ariola que la veo muy triste, animate guapa, la vida sigue

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