jueves, 18 de junio de 2009

Mi vida III 1/2



















Os habréis preguntado porque no intente quedar con ella desde un principio, muy fácil porque esta casada, su matrimonio por lo que me contó hace aguas, me recuerda el punto en el que yo estaba hace 3 o 4 años, pero no es del tipo de persona que le ponga los cuernos a su marido, tampoco yo busco una amante.

Bueno sigo, después de darle largas un tiempo quedamos por fin, una tarde de primavera en la plaça de la font, llegué yo primero así que cogí el diari y mientras lo ojeaba recordaba mentalmente la imagen que tenia de ella en el disco duro mental: Una chica bajita y muy delgada, “poquita cosa” que diría mi madre como una muñequita de porcelana que diría mi padre, tenia una melena larga castaño claro o quizás rubio oscuro ligeramente rizado, no era muy guapa y recuerdo que unas gafas de gruesos cristales apagaban el brillo de su sonrisa, de repente vi esa sonrisa entrando en el bar.
La llevaba una mujer de pelo corto, un poco rellenita y sin gafas, que llevaba un pantalón tejano y un jerselito fino hasta el cuello, una ropa informal de trabajo pero 0% sexy, reconozco que me decepcionó un poquito, sabía que no podía pasar por casa a cambiarse y que vendría del trabajo pero que no se pusiese algo sexy denota que esta en esa desidia del matrimonio en la que ya no te preocupas por tu aspecto ni por agradar al sexo opuesto, bueno, se me acerco y me dijo:

 -“Hola cuanto tiempo sin verte, ¿Qué tal?”

 Entonces, di un codazo mental a mi memoria, ya la había visto antes con el pelo corto pero a mí me gustaba más con el pelo largo, eso fue lo que le dije la primera vez que se lo cortó mientras su amiga me susurraba a gritos:

 -“¡No le digáis eso! ¡Y menos tú!

 Estuvimos un rato hablando, un poco incomodo, me gusta más a través de la pantalla es más cómodo, más intimo, no sé, me cuesta coger confianza.

Después cuando fui a recoger el coche para ir para casa me encontré que me habían puesto una multa, 90 euros.
 Así que la siguiente vez, quedamos en mi barrio estuvimos un rato juntos y al despedirnos la abracé muy afectuosamente, ella respondió acariciándome allí donde la espalda pierde su honroso nombre, para mí fue una dosis de autoestima que te cagas, hacía mucho tiempo que no notaba que una mujer se sentía atraída por mi.

3 comentarios:

  1. esto me suena a un rollito al final, siempre recuerda que sexo no es amor aunque ambas cosas se complementen

    ResponderEliminar
  2. bueno suena a sexo buscado y encontrada la cita por Internet,pero estaba bien la historia,!!!!

    ResponderEliminar
  3. La narrativa, ¡¡escelente!! espero que la historia tambien te resulte bien, ¿que mas da sexo o amor? ¡por algo se empieza!. Suerte....

    ResponderEliminar