lunes, 23 de abril de 2012

Alberto

Alicia llegó a casa, soltó la mochila en el comedor y se dirigió con paso firme hacia la cocina donde oía a su madre. Llevaba días pensando como decírselo y no encontraba la manera pero se había propuesto en el colegio decírselo hoy sin falta.
Entró en la cocina toda decidida y le dijo a su madre.

-Mamá, te tengo que comentar una cosa

Su madre estaba cortando una zanahoria para echarla en la olla donde preparaba la cena, levantó la vista pero sin mover apenas la cabeza de manera que miraba a Alicia por encima de las gafas.

-Dime
-Mis amigas quieren celebrar que hemos pasado el trimestre con buenas notas
-Me parece bien
-Ya, pues hemos pensado irnos este finde de acampada
-¿A dónde?
-A la finca del abuelo de Julia, no está muy lejos, iremos con las bicis.
-¿Quienes vais?
-Pues las de siempre: Julia, Marta, Sonia
-¿Va ese chico que parece un cadáver andante, ese que va con vosotras últimamente?

Le preguntó su madre que ya había soltado el cuchillo y se había incorporado para prestarle más atención. Alicia, dudó unos segundos si responder la verdad o mentir. Si decía la verdad se arriesgaba a que no la dejaran ir, pero si mentía y su madre averiguaba la verdad, sería mucho peor.

-Alberto... Sí... y Pedro... y Juan

Su madre, tomó aire y después dijo:

-Pues lo siento pero no puedo dejarte ir
-¡Pero mamá! No puedes hacerme esto
-¿El qué?
-No dejarme ir porque van chicos
-No es porque vayan chicos, Alicia, pero ese chico es una mala influencia
-Ya ¿Y qué quieres que yo le haga? Les digo a mis amigas: Alberto no puede venir porque a mi madre no le cae bien ¡Por favor, mamá!
-No es que no me caiga bien, es que… creo que no es un buen chico
-Ya, mamá, reconócelo: No te cae bien por la manera como viste, por qué es gótico
-No… no eso… es porque lo he visto muchos días haciendo campana y juntándose con otros todavía peores que él ¿No podéis buscar amigos que sean más responsables?
-Pues no mama, no podemos pedir el boletín de notas antes de dejar entrar a alguien en el grupo
-Pues seria una buena idea, lo siento pero no quiero que te pase nada malo
-¡Lo que me va a pasar es que todas mis amigas se irán de acampada y yo me quedaré sola en casa!

Su madre, no contestó pero ladeó la cabeza y encogió los hombros, Alicia no aguantaba más, llevaba semanas soportando la manía que su madre le tenia a Alberto, puede que no fuese un chico muy responsable: Hacía campana muchos días y sacaba malas notas pero eso era porque veía la vida de otra manera, él no pensaba estudiar una carrera, pero ¿Qué importaba eso? Ella tampoco tenia claro si valía la pena estudiar o no.

-Mama, pues te diré una cosa… bueno dos: Que sepas que Alberto es un buen chico y… que sepas también que es mi novio

Entonces fue la madre la que recibió el mazazo, ahora entendía por que lo veía tanto con ellas y sobre todo con su hija.

-¿Cómo? ¡Pero hija! ¿No había ninguno mejor disponible?
-¡Mamá! Que sepas que nos queremos
-Ya me imagino lo que te quiere ese ¿Por qué no me lo habías dicho antes?
-Por qué sabia que te ibas a poner así
-¡Claro! Es que … No quiero que vayas con ese chico
-Mama, te digo que es un buen chico
-Y yo te digo a ti que no lo es
-¡Pero si tú no lo conoces!

Alicia no lo resistió más y subió corriendo a su habitación, estaba harta de su madre y de cómo prejuzgaba a Alberto. Si era muy buen chico, ella lo sabía muy bien ¿Quién mejor que su novia para saberlo?

Después de ahogar sus gritos debajo de la almohada, respiró profundamente y se puso a pensar que argumentos podría utilizar para conseguir convencer a su madre, por desgracia no se le ocurría ninguno que pudiera convencerla. Cuando vio que se había serenado lo suficiente bajó a seguir discutiendo.

-Mamá, como no me dejes ir no te volveré a hablar en la vida

Su madre se la quedó mirando con resignación, creía que ya estaba finalizado el tema pero su hija todavía tenia ganas de discutir.

-Pues vale, tú misma

Le contestó subiendo el hombro con indiferencia mientras echaba la zanahoria troceada a la olla.

Alicia se volvió a su habitación, sabía que no sacaría nada de su madre, pero le quedaba una esperanza: Alberto le había dicho de fugarse juntos


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