jueves, 28 de julio de 2011

Historia de Phoenix XXXXV


-Bueno, yo creo que ya tengo bastante nido
-¿Para que queréis un nido? Si nos vamos a ir ya mismo
-Lo se, Yanira pero hay algo que tenemos que hacer

Entonces Benu lanzó fuego sobre el nido que empezó a arder pero no lo bastante, así que le ayudé un poco lanzando una llamarada potente, sorprendentemente mi hermano empezó a arder junto con el nido.

-¿Pero que haces, ayúdale que está ardiendo?
-No te preocupes
-¿Como que no me preocupe? Se está quemando


Efectivamente, Benu desapareció junto con el nido, una vez quemados sólo quedó un montón de ceniza, rebusqué entre las cenizas y encontré un huevo.

            -Mira ves, este es mi hermano ahora, las aves fénix cuando estamos muy débiles ardemos en nuestro nido para renacer, por eso somos inmortales porqué no nos hacemos viejos.
-¡Anda! Pues no lo sabía
-Pronto de este huevo saldrá mi hermano, crecerá y será otra vez joven y fuerte


Descansamos desde bien entrada la tarde hasta pasada medianoche, después emprendimos la marcha, metí el huevo en mi zurrón, de esta manera viajábamos mucho más rápido,  me decidí a parar en un montaña donde pudimos dormir bastante bien.

A la mañana, con las primeras luces del día me despertaron unas cabras que pasaban por ahí, eran domesticas por consiguiente el pastor no debía parar muy lejos, los desperté y emprendimos la marcha a toda prisa ante la sorpresa de los pastores.

Sobre mediodía decidí hacer una parada de avituallamiento, no se veían montañas así que paramos en un bosque donde Yanira pudo salir otro rato del zurrón,  me fui a por comida, esta vez me costó un poco, ya que los conejos a mediodía suelen estar  escondidos en su madriguera esperando que no haga tanto calor y el resto de animales también están escondidos a la sombra esperando las horas de la tarde.

 Justo cuando pensaba que no encontraría nada vi a una serpiente cruzar un camino, las serpientes pueden ser peligrosas, debes atacarles siempre a la cabeza, de esa manera no te pueden morder aunque con la cola te podrían estrangular eso no será a un ave de fuego, una vez cazada y asada me la comí.


Así llegamos por fin a llegamos Tarraco dos días más tarde, me decidí por esconder el huevo en la forja, allí se encontraría muy a gusto.

Tres días más tarde salió un pollito, lo escondí en la casa de al lado, estaba derruida casi por completo prácticamente no se podía entrar, era un buen sitio para esconderlo mientras se crecía.

Yo aprovechaba los ratones que caían en las ratoneras para alimentarlo mientras iba creciendo hasta que empezara a poder moverse y cazar el solo.

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