El otro día hice
un tercer intento. Curiosamente, mi caballo negro permanecía
indiferente y era el caballo blanco el que me empujaba a dejarlo
estar, a pasar de largo.
El lunes, hablamos
por el chat. Le dije que pasaría a por ñora, un bote pequeño de
excusas en conserva. Pero las cosas cambiaron. Otra se ofreció a
hacer la salsa y ya no me hacía falta.
“La ñora es lo
de menos -Me decía mi caballo negro- Ya la gastarás”
Mi caballo blanco
en cambio, me empujaba un día tras otro a dejarlo para mañana.
Sin embargo, el
Viernes me encontré un mensaje en el chat:
-No puedo venir.
-Entonces ¿Quién
hará la salsa?
-Pues la hago yo
-Dije yo.
“Mierda,
entonces necesito la ñora, tengo que pasarme a verla”
Pero había
quedado y se me hacía tarde, así que tuve que ir con prisas. Me
pasé en un momento.
Entré y no estaba
sola, pero ya se iban. En otra ocasión hubiera esperado media vida
si hubiera hecho falta, habría llegado tarde a donde fuer por hablar
cinco minutos con ella, pero ayer no.
Hablamos de cosas
banales, ella me sonría y yo me reía. Luego quedamos que me
avisaría cuando tuviera longaniza farcida de recuerdos. O sea, que
habrá una cuarta visita no sé cuando.
Desde entonces
vengo analizando el brillo de su mirada, creo que se alegra de verme
aunque todavía no tengo claro sí sabe quién soy.
“Ahora ya sé
quién eres, disculpa por no haberte reconocido”
Es una frase muy
estándar. Incluso puede que me confunda con otro. Lo normal es que
hubiera dicho mi nombre, ese nombre que yace en el olvido pues murió
el día que dejamos de vernos. El día que murió para resurgir de mis cenizas y convertirme en ave fénix.
Lo que más me
sorprendió fue cuando nuestras manos se tocaron. Para mí el
contacto es muy importante, transmite toda clase de energías y
sensaciones pero esta vez no. Fue un simple contacto, dos manos que
se rozan en un gesto rutinario. Pero debería haber sido mucho más,
o por lo menos algo. Nada significa que todo pasó, que ya es
historia.
Supongo que venció
el caballo blanco, después de tantos años venció la razón al
corazón. Porque después de tantos años, tengo bastante claro como debe ser mi pareja y
ella no entra en el perfil ¿Entonces?
Llevo días tiempo
analizando los paralelismos. He visto algunas fotos suyas por ahí,
las típicas. Cada una me recuerda a otra que tengo yo, cuando estaba
con Circe ¿Qué significa eso? Quizás el destino me hizo un cambio
¿O quizás me dio gato por liebre?
¿Quién sabe
cómo habría sido mi vida a su lado? Eso nunca lo sabremos.
-”Si te hubieras
casado conmigo, igual estarías ahora con él, criticándome en el
asiento trasero de su coche”.
Eso dije yo en
cierta ocasión cuando estaba al otro lado (En el lado oscuro) y sé
que ahora debo aplicármelo pero no es tan fácil. Como si la vida
(Otra vez) Me hiciera otro juego de trileros para enseñarme el otro
lado de las cosas.
Puede que no sean
tan diferentes ¿Podría Penelope llegar a convertirse en Circe? Parece imposible pero a fin de cuentas, nunca hubiera dicho que aquella morena bajita que
pedía perdón cuando la pisaban se iba a convertir en la hechicera
Circe y me iba a enseñar el camino al infierno. A fin de cuentas,
todos tenemos un lado oscuro.
Tengo claro
que mi corazón se equivocó con ella pero luego el destino también
se equivocó. Entonces ¿Qué hacer? ¿Conoceré algún día a una
chica inteligente capaz de tocarme el alma?
Mi carta astral
dice no.
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