jueves, 10 de mayo de 2012

Cinco estrellas II


Yaru llevaba ya alrededor de tres meses como guardaespaldas de Elma cuando al cumplir los 26 años le llamaron del consejo de sacerdotes.

Él se presentó acompañado de Elma que no quiso perdérselo.

-Señor Yaru, le hemos llamado porque al cumplir los 26 años tiene usted edad de formar una familia

En ese momento entró una chica morena con pelo corto de ojos marrones y grandes, muy bien vestida, se llamaba Angy, era de una estrella como Yaru y trabajaba de funcionaria. Yaru no necesitó que nadie se lo dijera, lo llevaba escrito en el cuello visible a todo el mundo ya que las funcionarias no podían dejarse el pelo largo como Elma.

-Mira aquí tenemos a tu futura esposa

Yaru levaba años soñando con este momento pero ahora estaba locamente enamorado de Elma desde el día que la conoció y la noticia de su matrimonio le sentó como un jarro de agua fría por lo que
no pudo evitar una mueca de disgusto.

-¿Algún problema? ¿No estas contento con la elección que te hemos hecho?
-No sé... es que no la conozco de nada
-No se preocupe por eso, hemos fijado la fecha de la boda dentro de dos semanas, después ella se irá a vivir contigo y tendréis el resto de vuestra vida para conoceros
-Es que... ¿Cómo saben ustedes que haremos buena pareja?

Ese comentario enojó al portavoz de los sacerdotes que cambió el semblante por uno muy serio.

-¿Osas cuestionar los métodos de elección del consejo? - Entonces se apoyó sobre los codos y se inclinó hacia adelante como para acercarse ligeramente a él – Crees que un simple agente de la ley como tú puede encontrar una esposa mejor que Angy?
-No es eso, eminencia, por supuesto que no, pero ¿Y si entre nosotros no hay amor?
-¿Amor? ¿Cómo sabes tú qué es el amor?
Inconscientemente dirigió una leve mirada al público justo donde estaba Elma, el sacerdote conocía a Elma, al igual que a su padre, al momento lo entendió.
-Ya entiendo, no te preocupes, no hagas caso de lo que hayas podido oír a decir a Elma sobre el amor, tú y Angy os casareis y os amareis por toda la eternidad, eso te lo garantizo yo y para borrar tus posibles dudas, te voy a recetar 50 latigazos, así aprenderás a no dudar de la palabra de un sacerdote.
Unos agentes se llevaron a Yaru a otra sala, mientras Angy volvía a sus quehaceres. Elma se fue corriendo a hablar con el portavoz.
-¡Por favor Farnaro! ¿Hacen falta los latigazos?
-Tú también, bella Elma quieres cuestionar mis decisiones
Elma frenó en seco, no podía dejar que se notara que amaba a Yaru.
-No, pero es mi guardaespaldas y lo necesito
-Pues no te preocupes, en diez minutos lo tendrás aquí y, sin ganas de hacer preguntas
-¿Qué tienen de malo las preguntas?
Farnaro la miró sorprendido.
-Todo, hacerse preguntas, es el principio del desorden y después viene el caos, el Orden se basa precisamente en eso: En que todo el mundo debe cumplir su trabajo sin hacer preguntas. Si una persona osa cuestionar una decisión del consejo debe ser castigada por ello si no, todo el mundo se creería con derecho a cuestionarnos.

Elma salió a fuera y esperó a Yaru en la puerta, estaba terriblemente enojada, en cambio él salió visiblemente molido. Juntos volvieron a la mansión Manrou, cuando estuvieron seguros que nadie podía oírles ella dijo:
-¡No pienso permitir que te cases con esa furcia! Te quiero y no te pienso compartir con nadie
-¿Y qué quieres hacer?
-Escucha, ves aquella montaña que se ve a lo lejos dicen que allí vive un ermitaño muy sabio, tan sabio que lo desterraron de la ciudad, dicen que él tiene todas las respuestas, iremos y le pediremos consejo

Yaru observó la montaña que se veía al norte donde señalaba Elma, debía estar a unos tres o cuatro días a caballo suponiendo que las bestias no les comieran antes necesitarían una semana al menos por ir y volver, no había ninguna manera de justificar esa ausencia.

Elma le pidió a su padre un carro con cuatro caballos con la excusa de ir al lago, preparó provisiones para aguantar unos días y es que, en las casa de los sacerdotes había comida de sobra. Yaru en cambio, se preparó todas las armas que tenia en casa y toda la munición, seguramente no seria suficiente para matar a las bestias que se encontrarían por el camino pero era lo único que tenían.

Al día siguiente salieron temprano de las murallas que protegían la ciudad y se dirigieron al lago.
Alrededor de la ciudad todo lo que habían eran campos de cultivo donde se cultivaban mucho trigo y todos los alimentos necesarios para abastecer la ciudad, cuando se iban acercando al lago, ya sólo veían arrozales. Justo antes de llegar al lago Yaru le asestó un golpe de karate al cochero y lo dejó caer al suelo inconsciente.

Después cogieron rumbo a la gran montaña. No había camino, pero iban por un sendero cuando les pararon unos cazadores. Habían cazadores que hacían a la vez de vigilantes: Impedían que las bestias salvajes se acercaran a la ciudad y también que nadie pudiera escapar.
-¿A donde vais?
-No te lo puedo decir: Es una misión secreta por orden de mi padre el sacerdote Manrou – Contestó Elma muy decidida
-¿Lleváis una autorización por escrito?
-No, entonces no seria secreta
El cazador dudó, sabia que la respuesta no era la correcta pero no se atrevió a llevarle la contraria a la hija de un sacerdote.

-No lleváis escolta
-Sí, Yaru es mi chófer y mi escolta
-¿Si? ¿Qué arma lleváis para defenderos?
-Esta, mi arma reglamentaria - Dijo enseñando su magnun 44.
-Eso de poco te servirá con las bestias salvajes que os podéis encontrar
-Lo sé, pero como ha dicho ella esta misión es secreta
El cazador suspiró hondo, es posible que esto le costara un castigo pero moralmente no podía dejarlos ir sin un rifle así que le entregó el suyo a Yaru.
-Toma, cuidamelo y a la vuelta me lo devuelves
-Muchas gracias, prometo devolvértelo

Una vez hubieron pasado de la zona de los cazadores Yaru le preguntó:
-¿Crees que regresaremos?
Ella lo miró muy seria y respondió
-Si es para ver como te casas con otra, prefiero no regresar
-Es posible que pronto seamos la cena de alguna bestia salvaje

Más adelante se encontraron con alguna bestias salvajes, la mayoría no parecían peligrosas aunque vieron algunos capaces de hacer añicos el carro y a ellos.
-Mira, eso son rinocerontes, no te preocupes son herbívoros, no nos harán nada si no les provocamos nosotros
-¡No te preocupes! Lo último que se me ocurriría es provocar a una bestia así
-Mira, esos son los peligrosos, se llaman leones
Yaru observó a esa especie de gatos gigantes, pensó entonces que para ellos, él era poco más que un ratón apetitoso
Llevaron buen ritmo de viaje durante todo el día. Cuando el sol empezó a ocultarse decidieron parar y que descansaran los caballos. Entraron en un pequeño bosque para estar más resguardados. Ataron los caballos a un árbol aunque les dejaron cuerda para que pudieran comer y para ellos dos, improvisaron una especie de tienda de campaña dentro del carro. No les protegería de los leones pero por lo menos estaban resguardados.

Por la noche les despertó un ruido, Yaru salió rápidamente y vio a un gato gigante derribando a uno de los caballos, era algo más pequeño que un león, y levaba todo el cuerpo lleno de manchas. Yarú le disparó con su magnum. El animal dio tres saltos y desapareció por encima de los árboles.
Yaru se acercó a ver el caballo herido y comprobó que la herida era mortal, de hecho el pobre estaba agonizando, otro de los caballos había roto la cuerda y había huido asustado pero todavía les quedaban dos.
-¿Qué era eso?
-No lo sé, pero no era un león y... dio un salto y se subió a ese árbol... luego al otro, nunca había visto nada parecido en mi vida
-Claro, por que nunca antes habías salido de la ciudad
Yaru no consiguió dormir tranquilo. Al día siguiente al levantarse se encontraron con una sorpresa: El caballo muerto había desaparecido. Siguieron el rastro de sangre y desaparecía a unos cien metros más adelante al pie de un árbol.
-¿Quieres decir que ese animal ha podido subir un caballo a un árbol?
Los dos se miraron extrañados pero ninguno de los dos se atrevía a decir como lo podría haber hecho, y desde luego sabían que tenían suerte de estar vivos. Sin perder más tiempo ataron los dos caballos que quedaban al carro y emprendieron la marcha.

Estuvieron varias horas avanzando hacia la gran montaña hasta que tuvieron un accidente. Los caballos y el carro cayeron en un hoyo, no demasiado grande pero los caballos se hicieron daño y el carro se rompió.
Por suerte a ellos no les había pasado nada pero a partir de entonces deberían continuar a pie. Cogieron las provisiones y las armas y emprendieron el camino.
-Por un lado bien – Dijo ella – de esa manera tenemos excusa para no regresar
-No te confundas, nos hemos salido mucho de la ruta y seguimos en dirección contraria, además, seguro que hoy ya nos están buscando
-Pues pasemos por aquel bosque así no nos encontraran tan fácilmente

Por dentro del bosque, además los árboles les protegían del sol pero había un inconveniente: Habían infinidad de animales a cada cual más extraño por suerte ninguno intentó atacarles.

Cuando llegó la noche tuvieron que acomodarse debajo de un arbusto. Por suerte habían cogido una manta del carro con la que taparse. Elma durmió a pierna suelta pero Yaru se despertaba a cada momento, cualquier ruido, cualquier animal le despertaba, allí tapado no podía saber si alguno le querría atacar, y es que, no se quitaba de la cabeza el gato gigante atacando al caballo.

Por suerte nadie les atacó durante la noche. Despertaron y ya no les quedaba nada que comer, así que continuaron la marcha en ayunas.

Pasado mediodía llegaron a la falda de la montaña y vieron la cueva. Dentro había el ermitaño en posición de flor de loto vestido con un taparrabos y dos palmos de barba.
-Señor, por favor, tiene algo de comer
-No
-Tenemos mucha hambre
-¿Y por qué no coméis? -Contestó el ermitaño como si fuera lo más fácil del mundo
-No llevamos comida

Acto seguido se levantó y salió hasta fuera
-¿No veis todos esos frutos que tienen los arboles? Son comestibles, podéis comer cuanto queráis

Una vez hubieron comido

-Señor nos han dicho que es usted muy sabio

Los miró un instante.
-Tú te llamas Yaru y eres policía, tú te llamas Elma y eres una niña rica, venís de la ciudad porque no os dejan casaros ¿No es verdad?
-¿Cómo lo ha adivinado?
-Porque lo lleváis escrito en la cara y bueno, una niña rica nunca huiría de la ciudad si no es por amor
-¿Niña rica?
-Sí, el sistema de estrellas es un invento de los gobernantes para tener al pueblo esclavizado
-¿Cómo?
-Sí, igual que un burro se ata a la noria, sin que nadie le pregunte, a la prole se la somete sin darle opción a rechistar
-Pero, cada uno tiene una misión ¿no?
-No, eso es lo que ellos quieren que creáis
-Y ¿Qué podemos hacer?
-Huir al edén, allí nadie os dirá lo que tenéis que hacer
-¿Donde está el edén?
-Seguid la cueva, os llevará hasta un valle donde podréis vivir en paz


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