domingo, 21 de agosto de 2011

Historia de Phoenix XXXXVII

Unos días más tarde llegué a un poblado al pie de las montañas, me sorprendió verlo amurallado, bueno no era una muralla de piedra como la de Tarraco, era de madera pero se la veía sólida, llamaba la atención la multitud de torres de vigilancia que habían, en lugar de un par en las esquinas se veían cinco sólo desde mi lado, en cada una de ellas habían fabricado un par de ballestas gigantes con lanzas en lugar de flechas, ¿Que función podrían tener? ¿Para sirve una flecha tan grande?

Saludé al vigilante y entré, me dirigí a la taberna pues es el sitio ideal para comer algo y hablar con los villanos (Gente que habitan en la villa).


Entré en la taberna, era una cabaña de piedra con una chimenea en el centro imagino que para distribuir mejor el calor, a la derecha una barra y a la izquierda una docena de mesas, algunas vacías, en otras habían paisanos hablando, más bien discutiendo estaban preocupados por algo.

-Hola, buenos días ¿Tiene algo para comer?
-Buenos días, hemos hecho lentejas ¿Quiere usted un plato?
-Sí, por favor, he visto que tienen ustedes el poblado bien protegido
-Últimamente un dragón no para de atacarnos, si le interesa hemos ofrecido un recompensa a quien le dé muerte

Entonces saltó un hombre que había sentado en una mesa cercana.

-No te molestes chaval, yo me encargaré de darle muerte, he matado ya unos cuantos

Entonces dirigí la vista hacia el hombre que había dicho eso, era de aspecto rudo pelo castaño oscuro largo y desaliñado, el bigote y la barba hacían que poco se pudiera ver de su cara excepto una gruesa nariz y unos ojos pequeños también marrones estaba sentado comiendo un plato de lentejas.


-¿Ah si? Piensa hacerlo con una de esas ballestas gigantescas que hay en las murallas
-Esas ballestas son un buen invento pero sólo si consigues que se acerque lo bastante y se esté quieto, lo cual es bastante complicado
-¿Con un cebo?
-Por ejemplo, pero de todas formas lleva tiempo que no se acerca por el poblado, prefiere atacar las ovejas cuando pastan por el monte
-Quizás sólo quiere comer, ¿le importa que me siente con usted? Mi nombre es Phoenix

Aproveché para conversar con él, quería aprovechar para conocer algo de ese hombre

-Yo soy Aldo, los dragones sólo quieren comer pero lo mismo les da un jabalí, que una oveja que una persona, este ya se ha cargado a tres pastores y docenas de ovejas
-¿Y como piensa cazarlo?
-Amigo, si se lo explicara podría hacerme usted la competencia y no me interesa ¿Comprende? Ofrecen una buena recompensa por ese animalejo y va a ser mía
-¿Ha cazado muchos dragones?
-De momento ya he cazado cuatro

Mientras decía eso abrió el abrigo que llevaba encima y dejó ver un collar que llevaba puesto en el que se podían observar ocho incisivos gigantescos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario