sábado, 7 de mayo de 2011

Historia de Phoenix XXXV

Ciertamente fue un éxito contar con la ayuda de Elena, sabía lo que debía hacer y era trabajadora, su hijo también me ayudaba mucho, ciertamente había sido un éxito contar con ellos, gracias ellos aprendí muchas cosas.

Evidentemente tenia el problema de que no me podía transformar pero bueno, tampoco me hacía falta, una noche mientras estábamos en la cama juntos me lo quiso quitar para dejarlo en la mesa, pero la agarré rápido.

-No, este collar no me lo puedo quitar, es una promesa que hice
-Bueno vale.

Es que, no quería que supiera que verdadero origen si no era necesario,

no sabía hasta que punto podía confiar en ella un secreto como ese.



Un día andaba yo por un sendero apartado cuando me asaltaron cinco ladrones, dos salieron por delante y tres me agarraron por detrás, llevaban varios cuchillos uno me lo pusieron al cuello, con otro me pinchaban por detrás y un tercero apuntaba a mi ombligo.

-Danos todo lo que lleves de valor
-Tomad el zurrón, no llevo gran cosa
-Pues si no es gran cosa, tampoco vale la pena morir por ello ¿Verdad?

Me registraron pero no encontraron nada, yo no quise hacer nada, hasta que uno de ellos reparó en mi colgante.

-Ese colgante ¡dánoslo!
-Lo siento pero ese colgante no os lo puedo dar, está hecho en cobre no vale nada
-Eso ya lo veremos, el colgante se viene con nosotros
-Os he dado lo que llevaba, dejarme ir y nadie saldrá herido
-¿Tanto vale ese colgante como para morir por él? -dijo el que me tenia el cuchillo en el cuello y mientras apretaba el filo contra mi cuello, con la otra mano arrancó el colgante, en ese justo momento desaparecí para convertirme en ave fénix, aprovechando la sorpresa les lancé una llamarada que los tiró de espaldas, como si hubieran caído en un muelle salieron todos corriendo, cada uno en una dirección, a mi me daba igual, porque sabía perfectamente quién tenia mi colgante y los demás no me importaban.

Lo agarré por los hombros y me lo llevé volando para estrellarlo contra un pino, entonces cayó al suelo, yo me posé en su pecho, sangraba ya que tenia la nariz rota y toda la cara quemada, estaba medio inconsciente así que le clavé mis garras en el pecho.

-Ah, me haces daño
-Lo sé, y te mataré si no me das mi colgante
-Toma
-Te dije que no me tocaras el colgante ¿Verdad?, Os di el dinero ¿Verdad?
-¿Que clase de criatura eres?
-Te dije que cogieras el dinero y nadie saldría herido ¿verdad?

Cada vez que le decía ¿Verdad? Hundía un poco más mis garras en su pecho y la cantidad de sangre que ya salía indicaba que le estaba haciendo mucho daño así que decidí coger mi colgante y dejarlo, me acerqué a donde se había quedado mi zurrón y mi ropa pero la camisa se había quemado toda, ya que la tenia encima cuando empecé a arder.

Bueno, no hay problema, Elena me cosería otra pero, el colgante no funcionaba, al romperse la cadena no me lo podía poner en el cuello y no hacía efecto. ¿Que hacer? ¿Presentarme así delante de Elena?, ¿iba ser este el día en que supiese mi secreto?, ¿que cara pondría cuando se le presentara un ave fénix en el patio?.

Estuve a punto de volver pero al final pensé que era mejor dirigirme al bosque de las cuatro encinas allí era más probable que me lo pudieran reparar, también tenía ganas de volver a ver a Yanira y compañía.

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