martes, 22 de noviembre de 2011

La chica de la curva

 Empezando con mi curso, este es el primer microrrelato que he enviado:

 

Iba paseando por el camino de baldosas amarillas como me habían dicho, tenia sed y pensé que seria bueno encontrar un quiosco donde comprar un helado, al rato vi un pequeño quiosco entre dos árboles, era pequeño pero se veía que tenía de todo: Revistas, un congelador de helados, pero lo que más tenía eran paraguas.

Dentro había un vendedor gordo, tanto que me pregunté si podía salir del quiosco por las noches o hacía años que estaba ahí atorado, me dirigí hacia él.

-Buenas ¿Tienes helados?
-¿Helados? ¿No prefieres un paraguas?
-No, me apetece un helado
-Piensa que siempre llueve al cruzar la montaña

Miré al cielo y no se divisaba ni una nube, es más yo tenía calor

-No quiero un paraguas, los odio ¿Sabes que puedes sacar un ojo a alguien con ese artefacto?
-Esta bien ¿De qué quieres el helado?
-De fresa estaría

En esas llegó la vendedora de cupones, una chica delgada, de pelo castaño, bastante guapa si no fuera por aquellas gafas de gruesos cristales.

-Hola ¿Quieres un cupón? Tengo el trece, el que a ti te gusta
-Vale, dame dos
-¿Qué, comprando un paraguas?
-No, me he cogido un helado

Se me quedó mirando extrañada y yo continué mi camino devorando el helado de fresa antes que se me derritiese, al cruzar la montaña se puso a llover.

No paró de llover hasta pasar la montaña, seguí caminando, pensé que seria bueno tener compañía, me imaginé paseando al lado de una bella chica alta, rubia, de ojos azules y, ya puestos a pedir, de pechos grandes.

Iba yo envuelto en mis pensamientos cuando, al doblar la curva me la encontré, estaba sentada en una piedra, llevaba una falda por encima de las rodillas un poco rota, una camiseta de tirantes manchada de sangre y no llevaba zapatos, iba descalza, eso sí era rubia, tenia ojos azules… Sin duda era ella.

-Hola
-Hola ¿A dónde vas?
-Hacia allí
-¡Que casualidad! Yo también, podemos ir juntos

Yo, estaba muy sorprendido ¿Qué casualidad? ¿Cómo era posible? Le pregunté.

-Oye ¿Tú sabes donde estamos?
-Claro, estamos aquí
-Ya, pero ¿Donde?
-Pues aquí

Viendo que no me lo creía me señaló un mapa y me dijo:
-Si no te lo crees míralo en el mapa

Me acerqué al mapa con la ilusión que me aclarara donde estaba y ella me señaló al punto donde estábamos según el mapa, había una cruz y al lado ponía: “Usted se encuentra aquí”

-Lo ves, ya te lo dije, estamos aquí

Me mordí la lengua y seguí revisando el mapa, parecía una isla, donde sólo había el camino de baldosas amarillas, que salía y acababa en el mismo punto “Allí” y nosotros estábamos en el punto opuesto, antes había una montaña dibujada llamada “Montaña donde siempre llueve” ¿Por qué se llamaría así? Y entre medias una curva llamada “la curva de la chica”

-¿Tú eres la chica de la curva?
-Sí, claro
-Y estás muerta
-¿Qué diferencia hay?

Me quedé perplejo pero no supe contestar, hacía rato que no entendía nada como para definir “estar vivo” y “estar muerto”.

-¿Y por qué te llaman así?
-Pues muy fácil, porque vivo en una curva
-¿Y para que vas hacia allí?
-Para acompañarte ¿No era lo que querías?

Claro, pero ¿Cómo podía saberlo ella? Aquí nada tenia lógica, pensé que quizás era un sueño, pero en los sueños nunca pasa lo que yo deseo, pero tampoco podía ser la realidad.

Me esforcé por recordar si me había quedado dormido, y me acordé que antes de aparecer aquí estaba escribiendo un microrrelato, éste microrrelato, entonces supe qué tenia que hacer, no tenia lógica pero dije:

-“Fin”

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