jueves, 24 de julio de 2014

Tú y yo, ya nos conocemos




El otro día, ley un mensaje por el face: La asociación de vecinos de mi barrio va a desaparecer y un amigo buscaba apoyo para hacerse cargo.
En otra época le hubiera dado ánimos y hubiera pasado, pero llevo tiempo convencido que no PODEMOS quedarnos en casa quejándonos sin hacer nada. Así que me apunté (entre otros).
Después fuimos a entrevistarnos con el actual presidente. Nos explicó qué teníamos que hacer y como funcionaba el rollo.

Al salir, le di la mano. Normal ¿No? Entonces él me comentó.
-Tú y yo, ya nos conocemos.
-Ya, la verdad es que sí -Contesté sin saber como escurrir el bulto- ¡Pero ha pasado tanto tiempo!
-Sí, ha pasado mucho tiempo.

La verdad es que no me lo esperaba. Yo, ya sabía quién era él. Son cosas que no olvido. Incluso no hace mucho tiempo recordé la primera vez que estuve en su casa: Tenía una barra que me encantó, reconozco que aquella tarde me enamoré de aquella barra.
-Algún día quiero tener una barra como esa -Le dije a mi amigo Blas.

Como siempre, el destino se ríe de mí. Pues ahora tengo una barra como aquella (¡Vale! Reconozco que no tan bien montada) lo que no tengo es una casa donde disfrutarla.

Luego, volví a estar en su casa y me enamoré de su hija ¡Cosas del destino! También la tuve...Entre mis brazos (No me gusta usar posesivos con las personas) Pero aquello acabó hace ya mucho mucho tiempo.

Por eso no esperaba que se acordara de mí  ¡Si su hija no fue capaz de reconocerme!
Parece mentira como el pasado aparece de repente.
En fin, esa frase lleva días en mi mente.
Esa frase que me dijo el qué, un día pensé, llegaría a ser mi suegro.

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