sábado, 24 de julio de 2010

Mi rosal de pitiminí

El otro día salí al balcón y vi lo que quedaba de mi rosal de pitiminí, ¡Echa casi seco el pobre! Estos días he estado bastante ocupado y no me he acordado de regarlo. Para otros, es sólo un pequeño rosal cuyas rosas no son más grandes que la yema de un meñique, pero para mí era mucho más. Es un ser vivo que lucha por sobrevivir rogándole a su dios que haga caer agua del cielo, y si yo lo no lo riego, morirá sufriendo. También era una pequeña responsabilidad, muy pequeña sí, pero mayor es entonces el fracaso al verlo perecer. Es también una decepción, en una pareja, en un compañero, en una ayuda: Si no puedes contar con nadie, significa que estas sólo. Era mucho más, era la primera carta que uno intenta poner de pie después de haber visto como se te venia abajo un castillo de naipes de 10 pisos. Su muerte significa que debo volver a empezar, que todavía no estoy preparado. Significa lo que llevo días pensando, que no voy por buen camino, que debo buscar mi senda, que vuelvo a nadar contracorriente y debo buscar mi destino. Aunque bueno, todavía le queda un brote verde, aún hay esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario