Siempre me ha sorprendido que todo el mundo me explique sus problemas, a ver a todos nos pasa pero a mi me cuentan lo que no le contarías ni a tu mejor amigo.
Antes cuando me pasaba esto me quedaba callado, sin saber que decir o que aconsejar a ese conocido que me explicaba su terrible historia, pensaba que yo no era quien para decirle que podía hacer.
Hasta que un día un perfecto desconocido me paró por la calle y me dijo:
-¿Te acuerdas de mi?
-Pues no, igual te confundes
-Eres Ave Fénix
-Sí, soy yo.
-Hace mucho tiempo que quería verte para darte las gracias
-¿A mí? ¿Por qué?
-Por que hace muchos años me diste tres consejos que me han ayudado mucho en la vida.
Eso me dejó sorprendido no suelo pedir consejo y casi nunca los doy, intenté averiguar que tres consejos le di pero sólo averigüe uno:
-Mira
Me enseño la cabeza llena de cicatrices, seguramente le dieron puntos como para llevarse un móvil nuevo totalmente gratis.
-Esto fue por no hacerte caso y no ponerme el casco.
Por el resto de la conversación deduje que las heridas en la cabeza no eran solamente superficiales ya que me quedé con la duda de cuales fueron los otros dos consejos que le di hace tantos años y que le habían ido tan bien.
Bueno, la cuestión es que desde ese día ya no pregunto:
-Si lo se lo cuentas a nadie ¿por qué me lo cuentas a mí?
Pienso que eso que me pasa es un don y procuro aconsejar lo que me dicta el corazón y sobre todo, procuro siempre saber que decir.
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