sábado, 29 de octubre de 2011

Historia de Phoenix LIV


Por suerte mientras volvía observé un jabalí paseando, una víctima perfecta que pronto nos serviría para comer.

Cuando llegué Yanira me preguntó:

-¿Como es que no has cogido de la despensa?
-Porque habían unos hombres del pueblo cerca y no podía entrar sin delatar la entrada de la cueva
-¿Y que debían buscar?
-Podrías ir tú e investigar
-¡Vale! Voy a ir ahora mientras vosotros coméis

La verdad es que a ella también le sabía mal vernos comer un animal que poco antes estaba vivito y contento por el bosque, para los seres mágicos o para los herbívoros es difícil entender que se pueda matar para comer pero animales los carnívoros lo vemos muy diferente aparte de ser una necesidad, es ley de vida.

Cuando habíamos comido regresó Yanira.

-Tenías razón, están buscando la entrada de la cueva
-Ves, menos mal que hemos huido a primera hora si nos hubiéramos esperado ahora no tendríamos escapatoria
-Pero ¿Como pueden saber por donde estaba la cueva?
-Se lo habrán explicado los duendes
-Pero ¿Como pueden hacer eso los duendes?
-¿No se lo dijeron a Aldo?
-Menos mal que hemos escapado
-No, todavía no nos hemos librado, debemos ser más listos que ellos
-¿Como nos van a encontrar?
-Muy fácil, cuando encuentren la cueva sabrán que están por buen camino y seguirán el rastro
-¿Seguirán el rastro?
-No sabes que hay humanos capaces de seguir esas huellas que van dejando los dragones
-¿Ah si? Pues no lo sabía
-Ya, debemos hacer algo para que no puedan seguir el rastro,
-¿Y si provocamos un incendio?
-No seas bruta, tengo una idea más sencilla, ¡Chicos venid aquí!
-Sii, dinos Phoenix
-Sé que todavía sois muy jóvenes para volar pero hoy vamos a hacer la primera clase
-¿Porqué?
-Por qué no hay más remedio, debemos perderles la pista y esa es la mejor solución pero no os preocupéis, yo os llevaré volando
-¿Podrás volar con nosotros?
-Espero que sí, de todas formas vosotros iréis moviendo las alas para ayudarme y de paso practicareis

Seguimos el camino hasta la siguiente montaña, una vez allí subimos hasta la cima, las aves fénix podemos volar con grandes pesos pero un dragón quizás era demasiado.

domingo, 23 de octubre de 2011

Historia de Phoenix LIII


-¿Pero que haces? Eso duele
-Estoy comprobando que no me hayas engañado
-Sabes que no podemos mentir, sobretodo en eso
-Por si acaso y ahora te ordeno que nos dejes en paz a los dragones y a mi

No contestó, no le hacía ninguna gracia la orden pero estaba obligado a cumplirla, se quedó quieto tocándose la cara magullada por culpa del golpe.

Eché un último vistazo a Aldo, estaba en el suelo en el sitio donde habíamos luchado, no había podido ni moverse y parecía a punto de morir, entonces giré el transformum, reduje el puñal a una pequeña anilla y me fui volando.


Mientras volaba no pude por menos pensar en el duende y lo que decía, no podía evitar pensar que estaba criando unos monstruos que podían arrasar con todo.

Cuando llegué a la cueva.

-Yanira
-¿Si?
-¿Tú le has explicado a alguien que estamos aquí y que estamos criando cinco crías de dragón?
-No, a nadie
-Ni siquiera a un duende llamado Erline
-Bueno, el otro día, cuando estábamos cogiendo vallas Aziza y yo, nos encontramos con  unos duendes, evidentemente se interesaron por nosotros, es normal, no nos habían visto nunca por aquí
-¿Y le dijiste la verdad?
-Por supuesto
-¿Y le explicaste todo?
-Sí, ¿a que viene tanto rollo?
-A que un duende llamado Erline me ha tendido una trampa para que Aldo me cazara
-Bueno, por lo que veo, has podido escapar
-Claro, por los pelos, he tenido que luchar con Aldo, por suerte, he ganado yo
-¿Y él?
-He tenido que matarlo
-Bueno, míralo por el lado bueno, ahora ya no tienes que preocuparte más por Aldo
-Sí pero no podemos arriesgarnos a que los duendes hagan algo más
-¿Por qué iban a hacer tal cosa?
-Porque quieren acabar con los dragones
-Los duendes nunca se meterían en eso
-Por lo que se ve, sí, mañana en cuanto salga el sol partiremos hacia el norte
-Esta bien, si crees que es necesario
-Sí, hacia el norte hay más caza
-Pero piensa que todavía no saben volar
-Ya, iremos paseando

Tal y como salió el sol empezamos nuestra excursión, los dragones iban emocionados ya que hasta ese día no les habíamos dejado salir de la cueva aunque sabían que algo no iba bien.

Para ellos fue toda una experiencia ver el mundo exterior por primera vez y poder desplegar las alas sin temor a pegar con nada, alguno hacia incluso el intento de volar aunque en vano, es que eran muy pequeños todavía.

Yo emprendía el vuelo de cuando en cuando para escoger bien el camino, sobre mediodía decidimos hacer una pausa para que pudieran descansar, yo aproveché para volver a la cueva y coger una oveja que teníamos en la despensa.

Cual fue mi sorpresa cuando vi a unos hombres dando vueltas por la montaña, no pude entrar en la cueva sin delatar su posición por lo que decidí irme a buscar la comida a otro sitio.

domingo, 16 de octubre de 2011

Historia de Phoenix LII


Estaba a punto de rematarlo cuando vi por el rabillo del ojo al duende que venia a atacarme armado con una flecha de Aldo, se acercaba por un lado.

-¿Donde vas? Asqueroso embustero ¿Quieres que te mate a ti también?
Tal y como dije eso soltó la flecha y echó a correr pero apenas pudo dar unos pasos antes de que lo agarrara por la chaqueta.

-¿Por qué lo has hecho? Eh asqueroso embustero
-¿Por qué vas a ser? Para salvar el bosque
-¿Como?
-Si esos dragones llegan a adultos, pronto no quedaran animales en este bosque
-¿Pero es la ley de naturaleza? Además ¿Que te hace pensar que se quedaran aquí?
-¿Ley de la naturaleza? Una hada y un ave fénix cuidando cachorros de dragón, ¡Vamos hombre! ¿Donde se ha visto? Y piénsalo ¿Cuantos animales habéis cazado entre la dragona y tú? ¿Cuantos más tendrán que morir antes de que decidan irse a otro sitio y cacen animales de otros bosques?
-Todo el mundo tiene derecho a una oportunidad, la vida es así
-Si esos dragones llegan a adultos, ningún animal tendrá la más mínima oportunidad, piénsalo

Me dejó atónito, no lo había pensado así pero tenía razón, había cazado en las últimas semanas más que en muchos años juntos de mi vida.

-Mira, te voy a dejar voy por esta vez pero si te vuelves a entrometer en mis asuntos, no seré tan generoso
-Mátame si quieres pero pienso hacer cuanto esté en mi mano para que esos dragones mueran
-¿Incluso aliarte con un humano y engañarme?
-Por supuesto

Reduje la espada a la medida de un puñal y lo acerqué a su cara pero no mostró el más mínimo miedo, se la clavé en la frente y la fui bajando muy despacito, dejando un rastro de sangre a su paso, era un corte poco profundo pero suficiente para hacerle ver que iba en serio, por desgracia él también y ni se inmutaba.

Estaba convencido de lo que decía, la única manera de librarme de él era matarlo, así acerqué el puñal a su cuello y él cerró los ojos esperando el trágico desenlace.

Pero no fui capaz, me sabía muy mal matar al duende así a sangre fría a pesar de lo que había hecho así que tomé otra decisión.

-Dime tu nombre
-Me llamo Erline
-¿Ese no? Tu nombre élfico

Entonces se le abrieron los ojos, se quedó pensativo

-No pienso decírtelo


Clavé ligeramente el puñal en su cuello, lo justo para que empezara a asomar la sangre

-Dímelo o te mato
-Esta bien, mi nombre élfico es: Aethelwyne
-Aethelwyne
-Esta bien, dime

Cuando dices el nombre élfico de alguna criatura mágica pasa a pertenecerte y debe obedecerte en todo incluso contra su voluntad.

-Salta hasta aquella rama
-Está muy alta, los duende no podemos saltar tan alto

Pero a pesar de lo que dijo saltó y llegó hasta ella

-Pero ¿Como es posible que haya llegado?
-Porque ahora me perteneces y harás cuanto yo te ordene, ahora déjate caer y no pares el golpe
-¿Que?

Tal y como acabe la frase se soltó y pegó con la cara contra el suelo

martes, 11 de octubre de 2011

Historia de Phoenix LI


Pero la dragona tenía razón y pasados los dos primeros meses empecé a cazar también alguna oveja, buscaba los rebaños más apartados pero es igual, debía cazar a diario y no podía estar yendo al mismo sitio cada día, así que iba alternando, a veces tardaba horas . . . y los rebaños de ovejas cercanos eran muy tentadores: Entre pasarte hora buscando y volando o llegar y escoger, cada día resultaba más tentador y sobretodo cuando las zonas habituales ya te tenían muy visto y las posibles presas se escondían nada más verte.

Un día estaba sobrevolando el bosque, cuando vi a un duende hacerme señas.

-Perdona ¿Eres tú el que está alimentando las crías de dragón?
-Que ¿Yanira ya te lo ha dicho?
-Más o menos
-¿Y qué quieres?
-Ven tengo algo para tí, sígueme

Seguí al duende hasta una zona donde el bosque era mucho más espeso.

-¿Donde me llevas?
-Ahora lo verás, con ello podrás alimentar a tus bestias una semana por lo menos

Eso me animó, a pesar de que esa zona del bosque me empezaba a dar angustia, estaba muy espeso como para volar y a las aves nos da claustrofobia en sitios así, por lo que instintivamente me puse en tensión.

De repente vi una figura en medio de la espesura, cuando me giré vi que era Aldo pero ya me había disparado una flecha, por suerte al girarme no me acertó de lleno y sólo me hirió un ala.

Pero me habían tendido una trampa y no podía quemar la flecha ya que tenia dentro la punta de hierro, si empezaba a arder el hierro se me fundiría dentro, me escondí pero debía pensar un plan y rápido.

Entonces derrame unas lagrimas sobre una hoja, acto seguido giré el transformum, me transformé en humano, entonces me pude quitar la flecha y con las lagrimas me curé la herida, ¡Bien! Había solucionado el primer paso, pero Aldo no tardaría en encontrarme, no podía escapar volando y no me pareció bien provocar un incendio.

Así que me decidí a coger a Gram, trasformarla en una espada y esperar que Aldo se acercara, cuando estuvo cerca le ataqué sin darle tiempo a reaccionar y rompí su ballesta.

-¿Como tú por aquí? - dijo mientras me observaba, aunque viendo la herida de mi brazo se le disipó cualquier duda sobre quien era yo - Por eso sabías lo de la trampa ¿No? ¿Quien eres? O mejor dicho: ¿Que eres?
-Ahora me llamo Phoenix y ahora mismo soy humano
-Pues entonces lucha como un humano

Tal y como dijo eso, desenvainó su espada y me atacó, yo intenté parar el golpe con la mía pero el golpe me tiró al suelo, y me hirió nuevamente en el mismo brazo, por suerte dicho brazo seguí mojado con mis lagrimas y se curó al instante ante los ojos del atónito Aldo que no daba crédito.

-¿Como es posible?
-Digamos que tengo suerte, ¿Y tú?

Tal y como dije eso le ataqué pero él paró el golpe sin problema, el grandullón era más fuerte que yo y estaba más acostumbrado al manejo de la espada así que debía estar muy atento al próximo movimiento porque igual no se me curaba tan rápido.

Por suerte yo era mucho más rápido lo vi venir por lo que le esquive y conseguí herirle en la cara antes de que parara el golpe, un corte no demasiado profundo desde la comisura de los labios le recorría la mejilla izquierda hasta casi la oreja.

-Veremos a ver si eso se te cuida tan rápido como a mí – le dije mientras le enseñaba que a mí se me habían curado perfectamente las heridas de mi brazo
-¿Que clase de ser eres?, ¿Se te puede matar? Bueno por lo menos lo pienso intentar

Tal y como dijo eso intentó atacarme otra vez, por suerte yo tengo muchos más reflejos y para mi era como verlo a cámara lenta así que lo esquivé y le clavé la espada en un costado, esta vez no era un corte muy superficial.

Él se quedó parado cuando empezó a salir sangre de la herida y le dolía horrores, sabía que estaba herido mortalmente.

domingo, 2 de octubre de 2011

Historia de Phoenix XXXXX


Yanira estuvo un par de días sin poderse mover por lo que me tocaba a mi ir a buscarle las vallas para comer ya que ella no se había preparado una despensa como la dragona, andaba siempre vigilante porque sabía que Aldo andaba por algún sitio preparándome trampas, por suerte no se imaginaba que yo salía a buscar bayas y lo que tampoco se imaginaba es que yo sabía que me buscaba.

Nunca hubiera imaginado que un ave fénix como yo, un ave solitaria y viajera, se encontraría de esa manera: Cuidando de un hada, su hija y de cinco cachorros de dragón,

A los diez días habían salido cinco cachorros, uno cada dos días y eso que habían seis huevos escondidos entre las piedras pero no sé porqué el sexto no llegó a abrirse, por lo que lo volvimos a dejar dentro y le echamos las piedras encima con la esperanza de que viniera con retraso y saliera algún día.

Cinco cachorros daban mucha guerra, aunque lo que más me preocupaba era que alguno llegase a salir fuera de la cueva y lo viera Aldo y es que Yanira estaba casi todo el tiempo pendiente de nuestra hija.

-Por cierto, ¿Que nombre le quieres poner?
-Siempre he dicho que si algún día tengo una hija se llamaría Aziza


Pronto ví que la despensa no sería suficiente por lo que tendría que ir empezando a cazar, primero me iba a las montañas a buscar lobos pero la dragona tenía razón:

El lobo es un animal muy descuidado dado que normalmente no tiene depredadores, sólo los humanos se dedican a cazarlos, por lo que no deben preocuparse, pero estos debían estar muy escarmentados por los cazadores y por eso se escondían mucho.

Por suerte descubrí una zona en la que habían muchos jabalíes, pero tampoco no podía dirigirme allí diario, así que alternaba, unos días lobo, otros jabalí, también cazaba conejos de cuando en cuando, pero con un par de conejos no hacía nada para alimentar a cinco dragones por suerte ya empezamos a enseñarles a volar y pronto se podrían repartir por el mundo.

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