Pocas veces he usado el transporte público pero recuerdo una ocasión. Vivo en Tarragona, cuando empecé a salir de discoteca, ya tenia una moto que había heredado de mi hermano mayor, luego pase al coche, pero un pequeño accidente me dejo coche siniestro total.
Normalmente los sábados íbamos a Salou, un pueblecito turístico cercano con mucho más ambiente, entonces ese sábado me decidí a ir en tren, fui con mi amigo JJ, que ya había ido alguna vez y se conocía los horarios.
Cogimos el autobús para ir en la estación de autobuses, el autobús iba lleno de chavales jóvenes con el mismo objetivo, recuerdo todo el mundo feliz y contento cantando mientras el conductor nos llamaba una y otra vez la atención.
Pasamos la tarde en la discoteca habitual y luego nos dirigimos a coger el último tren, el de las 10 de la noche, estábamos esperando en la estación JJ, yo y un montón de jovencitos, el tren se retrasaba y veías a las niñas que empezaban a preocuparse.
-”Cuando llegue a casa mi padre me va a matar”
Llego un tren y el jefe de estación grito que no subiéramos, pero la gente que empezaba a preocuparse se subió al tren haciendo caso omiso, acto seguido todos nos subimos al tren en avalancha.
Nunca sabré si deberíamos haber cogido otro tren porque este debía hacer una parada técnica o hicieron la parada para fastidiarnos por no haber hecho caso, la cuestión es que el tren se paró poco antes de llegar a la estación, en una zona llamada “Poligono Entrevias” donde tiene RENFE unos talleres y almacenes.
No estábamos muy lejos, si el tren hubiera abierto las puertas podríamos haber ido andando pero no, nos dejaron allí esperando un par de horas, las niñas que antes de subir se preocupaban por su padre ahora estaban desesperadas.
-”Cuando llegue a casa mi padre me mata”
Nosotros, al contrario de la mayoría, no teníamos prisa por lo que decidimos tratar de pasar la espera como pudiéramos, en aquellos tiempos no existían los teléfonos móviles, ni los mp4 ni nada por el estilo.
Entonces decidimos jugar a los chinos, deberíais habernos visto estábamos de pie en el pasillo del borreguero como sardinas en lata mientras por en medio de nosotros pasaban multitud de gente desesperada hacía un lado u otro del tren.
En ocasiones la cola se detenía y alguien se quedaba entre JJ y yo, de repente me oía:
-”Cuatro”
Entonces se me quedaba mirando extrañado pensando que podía querer yo, acto seguido mi amigo contestaba:
-”Cinco”
Y el chaval/chavala en cuestión se giraba en dirección a JJ más extrañado aún, entonces delante del sorprendido compañero de viaje abríamos las manos para contar las monedas y así saber quien había ganado:
-”Cinco gano yo”
-Pero ¿Que hacéis jugando a los chinos?
-Algo habrá que hacer para pasar el rato
Pasadas dos horas, el tren reemprendió la marcha y llegamos a Tarragona, la gente salía desesperada de la estación amontonándose en las cabinas telefónicas ya que, ahora ya no habían autobuses y para llamar a casa, nosotros decidimos subir andando a casa con lo que fueron casi otra hora más, llegamos a casa a la una.
gracias por tenerme en tu blog
ResponderEliminarte añado en mi lista deamigos
un saludo desde Reus