jueves, 1 de mayo de 2014

No eran molinos, eran gigantes





 Una vez más, fui incapaz de ver la señales, de entender el lenguaje del cuerpo, de leer entre lineas lo que ahora veo tan claro.
No eran molinos, eran gigantes y yo, convencido que eran simples molinos. Ahora sé que no era indiferencia, ni mucho rencor.
Como dice la canción llevo tiempo removiendo las cenizas, aquellas cenizas de las que surgió el ave fénix. Lo que yo ignoraba era que al hacerlo, removía otras cenizas.

Ahora sé que al remover mis cenizas también he removido las cenizas de otro fuego que ardió por simpatía al mismo tiempo que el mio.  Como si veinte años no fueran suficientes para escampar esas cenizas, para borrar la mancha negra que deja el fuego. Supongo que durará mientras dure el ave fénix dibujado en mi hombro.

Pero no puedo quejarme, me llevo respuestas. Ahora sé que no hice mal, que hice bien.
Hace mucho tiempo, cuando lo dejamos, prometí esperar. Prometí ser su Florentino Ariza ¿Había escrito ya Gabo el amor en tiempos del cólera? Promesas locas de juventud que luego nunca se cumplen.
Pero total, llevaba mucho tiempo esperando ¿Por qué no un poco más?
Sin embargo, antes de comerme las doce uvas ya había decidido probar con aquella punkye bajita que me iba detrás. Antes de las doce campanadas ya me había olvidado de aquella promesa.

Me acordé un día, años después. Aquella punkye bajita era ya mi mujer desde hacía tiempo cuando alguien me dijo:
-¿Sabes que el otro día se casó Penelope?
-¿Ah sí? -Dije mientras intentaba contener la tempestad que había estallado en mi interior.
Mientras las mujeres se entretenían en comentar detalles de la boda. Yo recordé mi promesa y supe que no la había cumplido, que la había olvidado, que no había sido capaz de esperar a que ella hubiera dado "el gran paso" para darlo yo.
Porque somos así, yo entonces estaba bien con Circe. De hecho, estoy seguro que si me hubiera ido bien con ella, si no me hubiera llevado al infierno. Estoy seguro que nunca más la hubiera recordado.
Porque no me volví a acordar de aquella promesa hasta el día que dejé a Circe en su isla Eea, hasta el día que me encontré sólo. Fue entonces cuando pensé que igual había equivocado mi destino, que debería haber esperado antes de cometer "el gran error" y no precipitarme. Me preguntaba  ¿Cómo habría sido mi vida de haber cumplido mi promesa? Ahora sé que fue vana, de principio a fin.

También sé que en su corazón hubo fuego, aunque la cosa no funcionara. Aunque un guru maldito levantara entre nosotros un silencio oscuro. Puede que un dios triste y envidioso nos castigara por ello pero nosotros comimos la flor de la pasión, nosotros probamos aquel sabor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario