miércoles, 7 de marzo de 2012

Suicidio en un pequeño `pueblo


Con las primeras luces del día me despertó mi perro lamiéndome la cara, Nit es un pastor belga, para los que nunca han visto uno diré que se parece al pastor alemán pero más peludo y completamente negro, él es mi única compañía y el único que cuida de mí despertándome para que no llegue tarde al trabajo.

Miro a mi alrededor y pienso: “Otra vez que he quedado dormido en el sofá”, observo entonces una botella de whisky a mi lado prácticamente vacía y suspiro, ya mismo voy a tener que comprar otra.

Me levanto del sofá, he debido quedarme dormido en una mala postura porque me duelen todos los huesos, me pego una ducha rápida y me visto para ir a trabajar, después salgo de ese sótano donde vivo con un dolor de cabeza horrible.

Llego a la comisaría y paso a ver a mi superior, que me mira muy serio y acto seguido mira el reloj.
-Lo sé, llego diez minutos tarde
-Si no te encuentras bien ¿Por qué no vas a ver a la psicóloga?
-Porque no,  no necesito ver a una loquera lo que necesito es un poco de acción.

Suspira.
-Esta bien, te daré un cambio de aires, en Aspen, un pequeño pueblo de los Pirineos ha aparecido un florista muerto, rodeado de flores y con dos monedas sobre los ojos
-Vaya, tenemos un asesino amante de la antigua Grecia
-La autopsia reveló gran cantidad de arsénico en su sangre
-Luego murió envenenado
-O se suicidó, deberás ir y averiguarlo, hay un sargento de la guardia civil destinado en la zona que te ayudará en lo que haga falta ¿Algo más?
-Sí, gracias, un cambio de aires me vendrá bien

Cerró los ojos y volvió a suspirar

-A ver si es verdad, ¡Ah! Y ves con cuidado, el padre del chico muerto es un pez gordo del gobierno, una metedura de mata te podría costar el cargo, eres un buen detective… a pesar de todo no me gustaría perderte

Fruncí el ceño,
-Iré  a ese pueblo olvidado y descubriré al asesino, me da igual que el padre sea un pobre carpintero o el presidente del gobierno

Después de comer, preparé una pequeña maleta con unas cuantas mudas, la comida de Nit y emprendimos el viaje a Aspen.

Al llegar allí me acerqué al cuartelillo de la guardia civil, un pequeño local tras una estrecha puerta, a la izquierda unas sillas, al fondo una pequeña celda curiosamente amueblada y a la derecha un escritorio lleno de papeles, detrás un señor vestido de verde.
-Perdón pero el perro deberá quedarse fuera

Observé al individuo de arriba abajo, era alto, joven y delgado, debía estar medio dormido y al verme entrar se había levantado de golpe.
-El perro se llama Nit y es mi compañero
-¿Cómo?
-Soy el detective que viene a investigar el asesinato y este es mi compañero, donde voy yo, va él
-¿Usted es el detective que nos envían de la central?

Había un tono de incredulidad en su pregunta y es que, en la guardia civil era obligatorio afeitarse todos los días y llevar el uniforme de punta en blanco, todo lo contrario de mi aspecto desaliñado, mis botas viejas y mi chaqueta negra de cuero desgastado.

-Parte de mi trabajo es intentar pasar desapercibido entre los civiles
-Pues con esa pinta no lo conseguirá en Aspen, en fin, le acompañaré a la floristería

Salimos andando, por el camino le pregunté:
-¿Sabe si tenia algún enemigo?
-¡No! ¡Por dios! Era un buen hombre
-Bueno, pues alguien lo mato ¿No es cierto?
-Yo creo que se suicidó, la casa estaba cerrada por dentro

Una calle más abajo llegamos a la floristería, abrimos el precinto para entrar y observé la cerradura rota con los dos pestillos salidos.
-¿La rompió usted?
-Sí, llevaba días sin dar señales de vida y no contestaba, tuve que romperla para entrar
-¿Nadie tenia llave?
-No, Leandro era un solitario, apenas trataba con nadie, sólo los cliente, y por supuesto,  sus flores
-¿No tenia pareja?
-No, de hecho se decía de él… que era un poco
-¿Maricón?
-Sí, eso – Se apresuró a contestar ciertamente incomodo- ¿Cómo lo ha adivinado?
-Normal, un hombre teniendo una floristería en un pueblo de rudos leñadores como este, encima soltero, es lógico que dijeran eso de él.
-¿Sabe? A los de pueblo no nos gusta que nos juzguen de esa manera, además Leandro era un buen chico
-Pero como no tenía novia decían que era gay ¿Qué pasa? Que los gays no pueden ser buenos chicos ¿Quién aquí es el que prejuzga?

Subimos al piso de arriba que era donde estaba la vivienda, se accedía desde la misma tienda, nada más entrar Nit se puso a olisquear una silla del comedor y dio dos ladridos, eso significa que Leandro murió sentado en esa silla.
Después nos acercamos al dormitorio y el sargento me enseñó unas fotos tomadas del cadáver, la cama estaba cubierta de flores, sobretodo rosas y él estaba tumbado encima con los brazos cruzados sobre el pecho y dos monedas sobre los ojos.

Observo la cabecera de la cama y veo un cuadro de Orfeo, al otro lado veo la marca de que falta un cuadro en la pared, el armario presenta un extraño aspecto: Todo ordenado y organizado pero una balda prácticamente vacía que me llama la atención, sólo contiene una caja vacía, me fijo y era de unos zapatos de tacón, me acerco y veo unas extrañas motas de color rosa, aprieto el dedo sobre una para que se quede pegada y me la acerco a la cara, parece una minúscula pluma.

Después me dirijo a la cocina, al igual que en el comedor todo está recogido y los platos fregados, curiosamente en el escurridor hay dos platos, dos copas de vino, dos de cava, dos juegos de cubiertos de pescado, una taza de té, otra de café y una bandeja para el horno, me resulta curioso, nadie invita a cenar el día que pretende suicidarse y tampoco usa el horno si no es para meter la cabeza dentro, eso me intriga y sobretodo, que se molestara en fregar los platos, abro el cubo de la basura y está vacío.
-Sargento ¿Usted no habrá tirado la basura?
-No, no se me habría ocurrido
-Sabe si podía tener alguna aventura con alguien
-No, ya le digo que no, incluso de joven hubo alguna chica que se le insinuó y nunca quiso rollo
-¿Y con algún chico?
-¡No hombre! En este pueblo no pasan esas cosas

Me lo quedé mirando muy serio, sentía una mezcla de rabia y de lastima por lo que acababa de decir.
-Cuando le hicieron la autopsia, le pidió al doctor que le hicieran una exploración rectal
-¡No! ¡Por dios! Su padre me mataría
-¿Prefiere que un asesino quede libre, sargento?
-¿De qué asesino habla? Está claro que se suicidó
-De ninguna manera, fue asesinado y todavía diré más, lo envenenó su amante
-¿Pero qué dice? ¿En que se basa? ¿En que alguien tiró la basura?
-A ver, tuvo una cena romántica con una persona, una cena de despedida, sin duda pescado al horno, después esa persona tomó té y le sirvió a Leandro un café con una dosis mortal de arsénico, el café disimula muy bien el sabor del arsénico, luego brindaron con cava y esperó a que se muriera para llevarlo a la cama, colocarlo en la posición para viajar en la barca rodeado de flores y con  dos monedas sobre los ojos para pagar al barquero Caronte, el funeral griego que a él le habría gustado, después recogió todo, fregó los platos pero cometió el fallo de dejarlos en el escurridor, a continuación vació su ropa  del armario, seguramente la que utilizaban para sus juegos sexuales, se llevó una foto suya que Leandro tenia colgada en la pared y cerró con  llave al salir

El sargento se quedó parado
-Vaya reconozco que me ha dejado impresionado ¿Cómo podría ayudarle?

Fuimos hasta el dormitorio y señalé a la pared donde se veía el cuadrado donde antaño había un cuadro
-Quien quiera que saliera en esa foto es su amante, y el asesino
-Y ¿Cómo averiguarlo?
-Vaya a la pescadería e infórmese si alguien compró dos lubinas o doradas o cualquier pescado que se haga al horno o pregunte si alguien sabia quien salía en esa foto

Yo me dirigí a una cantina que había cerca, entré y me senté en un rincón, dentro todo era de madera y habían unos aldeanos tomando cervezas, pedí una cerveza a la camarera y después de unas cuantas le pregunté.
-¿Es cierto lo que me han dicho que usted se insinuó a Leandro?

Se quedó sorprendida pero por suerte no se lo tomó a mal
-Yo y todas las del pueblo pero nunca quiso nada con ninguna
-¿Y por qué? ¿Por qué os gustaba a todas?
-Porque  en este pueblo olvidado era el único sabía tratar a una dama, era un poeta ¿Sabes?
-Bueno, seguramente habría alguna a la que amaba aunque fuera en secreto
-Mira, muchas lo intentamos pero nada y nunca se le vio… En pareja por así decirlo

Me resultaba curioso como este Orfeo las volvía locas a todas, entonces dije en un tono un poco fuerte para que se me oyera en todo el bar.

-¡Seguro que debía tener una Eurídice por ahí!

Mi plan surgió efecto y uno de los aldeanos se giró al oír eso y se me quedó mirando

-¿Es usted el detective que investiga la muerte de Leandro?
-Sí ¿Cómo lo ha sabido?
-Porque en este pueblo nos conocemos todos

En ese momento Nit lanzó un ladrido a ese señor que se me acercaba, nada amenazante, sólo un pequeño ladrido para indicarme que este individuo había estado en  casa de Leandro, me quedé sorprendido, era alto, con barba levaba una camisa de cuadros y estaba cuadrado, seguramente porque era leñador y se pasaba el día cortando leña, no podía imaginármelo con unos zapatos de tacón y una camisa de plumas rosas.
-Tienen alguna pista
-Sí, es evidente que se suicidó, yo creo que por amor, alguna mujer lo despechó y él no pudo soportarlo

Se me quedó mirando, pensativo, quizás aliviado no se podía imaginar que Nit ya lo había calado.
-No creo que una mujer le hiciera perder el juicio

Terció la camarera muy segura mientras me ponía otra cerveza.
-Decían que le gustaban los tíos, pero ¿Alguna vez se le vio con uno?
-No
-Pues entonces, caso cerrado, creo que mañana me iré a pescar ¿Dónde se puede pescar por aquí?
-Ramiro me puede explicar, es el mejor, no sé como lo hace pero pesca las mejores truchas de la comarca
Dijo la camarera señalando al señor que estaba a mi lado, mientras el sargento entraba por la puerta, venía a explicarme que no había averiguado nada.
-Ya – Me lo quedé mirando- y las preparas a la sal ¿No es cierto? Con un poquito de jamón y limón

Se me quedó mirando con los ojos como platos ¿Por qué habría dicho yo eso? ¿Cómo podía saberlo? Unos segundos tardó su cerebro en asimilar que había sido descubierto completamente, rápidamente se giró para huir y se encontró de frente con el sargento que venia hacia nosotros, lo empujó y escapó corriendo.

-¿Qué le pasa a este?
-Se habrá dejado algo en el horno
-¿Ramiro? No creo que sepa ni como se enciende el horno- dijo el sargento riéndose
-¿Usted cree? Pues yo creo que es él el amante de Leandro
-¿Ramiro? Pero si está casado y con hijos
-Ya, hasta que un día descubren su verdadero yo
-¡No me lo puedo creer! Se equivoca inspector y va a crear muchos problemas a las gentes de este pueblo
-Nada más lejos de mi intención

Después de muchas cervezas me fui a dormir a la pensión, a la mañana siguiente me despertó el sargento llamando a mi puerta.
-Buenos días ¿Qué pasa?
-Ramiro, al parecer se ahorcó anoche en el bosque

El sargento se me quedó mirando fijamente, analizando mi reacción.
-Usted lo sabía ¿No es cierto?
-La verdad es que sí
-¿Y por qué no lo detuvo anoche? ¿Tan borracho iba?
-No, no fue por eso, es que… pienso que si una persona prefiere morir antes que se sepa su secreto ¿Por qué hemos de impedirlo?
-Bueno ¿Y Ahora qué?
-Por lo que a mí respecta se suicidaron los dos, tenia usted razón
Estaba de píe delante de mío en la puerta mirándome atónito.

-Pero no lo entiendo, usted resolvió el caso, es un genio y ahora va a quedar con un canelo
-Bueno, en realidad fue Nit
-Pero, le habrían puesto una medalla
-No me gustan las medallas, además ahora estarán los dos en el infierno sí, pero juntos como siempre habían soñado



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