Por fin quietas, se quedaron mirando atónitas a su abuelo, nunca hasta ese momento les había gritado, ni siquiera el día que rompieron el cristal de la ventana, pero esta vez estaba enfadado de verdad.
Y es que, el abuelo les había consentido todo ese par de gemelas traviesas, pensaba él que de esa manera suplía la falta de amor paterno pero hacía tiempo que se había dado cuenta de su error.
Ellas seguían inmoviles, no comprendían porque estaba enfadado y tímidamente dijeron:
-Abuelo, decías que dentro del jarrón estaba el papa, pero sólo hay cenizas
No hay comentarios:
Publicar un comentario