Al día siguiente, cuando me desperté Yanira todavía dormía así que decidí aprovechar para ir a almorzar, la dejé durmiendo dentro del zurrón y me dirigí a la llanura que había por debajo nuestro donde, tal y como yo pensaba habían unos conejos correteando y comiendo, eran un blanco fácil ya que, cuando ellos me ven yo ya vuelo en picado hacía ellos, si escojo bien y no suelo equivocarme no se me escapa, cacé uno y comí lo suficiente para aguantar todo el día, después volví a buscar a Yanira que todavía no se había despertado.
Emprendimos la marcha en cuanto se despertó, no tardamos en llegar a Saguntum, una vez allí estuve volando en círculos para localizar el castillo, cuando hube localizado uno que coincidía con las explicaciones que me habían dado,
Aterricé cerca, giré mi transformum y me vestí con la ropa que llevaba en el zurrón nada que pudiera destacar, me interesaba pasar lo más desapercibido posible, eso sí, en negro por si tenia que esconderme esa noche.
En cuanto me crucé con alguien por el camino le pregunté:
-Perdone, buen hombre ¿Puede decirme si aquel es el castillo del Conde de Lemmuns
-Claro, por aquí es el único castillo que hay
-¿Es verdad que tiene un ave fénix en el salón?
-Sí, aunque si quieres verlo tendrás que pagar
-Muchas gracias, buen hombre que tenga un buen viaje
Ostras, esto iba a ser más fácil de lo que pensaba, le dí instrucciones a Yanira para que en cuanto llegáramos al salón se diera una vuelta por todo buscando la mejor opción para entrar y rescatarlo.
Llegamos
-Buenos días, ¿Que desean?
-Buenos días, soy un viajero que pasaba por aquí y he oído que el conde tiene un ave fénix, quisiéramos verlo si es posible
-¿Quisiéramos? Son dos maravedíes por persona, jajaaja, tendré que cobrarte cuatro
-No, no, perdón toma dos maravedíes voy solo
-Ya, y me parece que estás un poco loco, pero bueno todos los que viajáis solos acabáis así
Mientras entraba en el castillo Yanira me recriminaba mi error
-¡Serás estúpido! A mi, no pueden verme ¿Es que no te acuerdas?
-Vale, tienes razón pero no me hagas hablar que al final van a pensar que estoy loco
-Ya lo piensan
Entramos al salón, era enorme, las paredes estaban llenas de tapices en los que se veían al conde o a antepasados suyos cazando grandes presas o haciendo cualquier cosa “heroica”, tenía forma de T y en un rincón se encontraba la mayor atracción: El ave fénix.
Habían diez soldados, el conde estaba de audiencia con unos aldeanos que venían a pedirle que intercediera en un asunto de tierras, yo ignorando el grupo, me acerqué a la jaula, efectivamente era mi hermano Benu, estaba amargado, le habían quitado casi muchas plumas y lo tenían en una jaula donde no podía ni abrir sus alas, me daba mucha pena.
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