Me despedí de Elena y Guillermo, cogí unas cuantas cosas en un zurrón, no demasiadas para poderlo llevar convertido en ave y me marché, unas calles más abajo cuando me aseguré que nadie me veía entré en una casa abandonada, donde poder hacer el cambio.
Una vez convertido en ave fénix emprendí el vuelo a toda velocidad hacía la cabaña de Selina.
-Hola, dime, ¿que noticias trae?
-Dice que, efectivamente hay un tal conde de Lemmuns, interesado un poco en la magia que consiguió capturar a un ave fénix, y lo tiene prisionero en el salón de su castillo así puede enseñarlo a las visitas, lo tiene para usar sus plumas para hacer hechizos,
-¿Sus plumas?,
-Sí, las plumas del ave fénix sirven para multitud de hechizos
-ya, ya lo sé, pero me extraña, Alvarie intentaba conseguir la vida eterna, hay un cambio
-Tienes razón, demuestra que no es un mago aunque le gustaría, si no aprovecharía su magia de otra manera más útil
-De todas formas debo ir y rescatarlo, ¿donde lo puedo encontrar a ese conde?
-Vive en un castillo en un condado cerca de Saguntum
-¿Por donde queda eso?
-Cerca de la costa hacia el sur, mira, aquí tengo un mapa
Sacó de un baúl donde había cientos de pergaminos enrollados un mapa y lo desenrolló encima de la mesa.
-Mira, lo que te decía, sigue la costa hacia el sur
Memorice un poco los cabos del mapa y algún otro detalle para situarme
-Pues hacía allí voy
Yanira se subió a metió dentro de mi zurrón porque ella no puede volar a la velocidad que yo lo hago ni recorrer la distancia que íbamos a recorrer.
Salí en dirección al sur, todas las aves tenemos un sentido que nos indica siempre hacía donde esta el sur y el norte, aunque cuando sabes que tienes que seguir la costa lo tienes mucho más fácil.
Hicimos noche por el camino, no porque necesitara descansar pero quería llegar de día para poder buscar bien el castillo, busqué en una montaña que vi, nos acurrucamos en un hueco y nos dormimos.
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