Paseando el otro día llegué al algarrobo de la foto a descansar bajo su sombra, me sorprendió el grosor de su soca, y pensé en la cantidad de troncos que han desaparecido de ella, ¿Cuántos siglos tendrá?,¿Cuantas guerras habrá visto? Es imposible saberlo ya que el tronco del algarrobo no conserva los anillos que en otros árboles indican su edad.
El algarrobo cuando el tronco engorda demasiado empieza a pudrirse por dentro hasta destruir el tronco, pero no hay problema porque siempre tiene brotes nuevos dispuestos a ocupar el lugar del viejo tronco caído, como en la vida debemos sacrificar cosas para seguir adelante con otras.
Siempre me ha gustado su sombra, porque cuando estas dentro, no ves nada, te sientes como en una burbuja de ramas, ello se debe a que sus ramas no buscan el sol como la mayoría de los árboles, como si tuvieran vértigo regresan al suelo con tanto afán que veces quiebran el tronco.
Quiero pensar que Miró se inspiró en ellos cuando dibujó sus relojes blandos pues sus ramas parecen dibujadas por él, aunque no creo porque nadie se acuerda del algarrobo, ni siquiera los celtas cuando hicieron su horóscopo, ya que el algarrobo no es majestoso como la encina ni recto como el álamo.
Tampoco nadie aprovechará su madera para hacer un yugo, o una melena de campana ni siquiera un tablón decente puede salir de sus troncos curvos y podridos.
Igual que su fruto: la algarroba, nunca formará parte de la guarnición de un inspirado chef ya que su sabor áspero no convence a nadie, sabe a “Camp de Tarragona” tierra de tomillo y argilaga, aunque Heidi la podría haber utilizado perfectamente para que “Copito de nieve” diera más leche y seria así famosa pero como digo, nadie se acuerda de él.
Querido amigo. ¡¡te entiendo perfecta mente!! yo también me crié cerca de uno, y de niña en mi pueblo, cambia vamos las viejas herraduras y la goma de las alpargatas, por ese rico fruto.
ResponderEliminarY en Ándalucia, se hacen unas ricas tortas con la harina de algarrobas.
Un abrazooo