miércoles, 14 de diciembre de 2011

La casa de la bruja

“Toc, toc”
-¿Hay alguien?
Llamé otra vez pero nadie contestó, me tendría que esperar y pensaba: “¡Mecachis! Por culpa de ese estúpido de Jorge voy a llegar tarde y mi madre se enfadará conmigo, ya verás mañana cuando lo vea en clase se va a enterar, esta vez se ha pasado con la broma”.
“Toc, toc”
-¡Buenas! ¿Hay alguien?
Me estaba poniendo nerviosa, el corazón se me estaba acelerando, se me hacía tarde y sabia que mi madre me regañaría, siempre se preocupaba en exceso en cuanto me demoraba un poco pero por nada del mundo me quería ir sin mi muñeca y seguía esperando en la puerta mientras pensaba en Jorge y como se lo haría pagar mañana.
Me acerqué entonces hasta la ventana por donde Jorge había lanzado mi muñeca dentro de aquella casa, en cuanto me asomé me sorprendieron la multitud de olores que salían de aquella casa, sobretodo de hierbas: Tomillo, manzanilla y menta eran las que yo reconocía, también a carne seca ya que unos embutidos de extrañas formas colgaban dentro de casa, miré el interior alucinada y era increíble, desde luego eran verdad los rumores: la mujer que vivía en esa casa era una bruja. No se veía un hueco en la pared sin estantería, no había un palmo de estantería vacío, cerca de la ventana había un bote bastante grande con un dedo de agua y tres ranas que no paraban de croar provocando así un ruido de fondo constante.
Pensé que podrían ser tres princesas que la bruja las había transformado en ranas, en los cuentos siempre pasaba eso y aunque yo no era ninguna princesa no quería acabar siendo otra rana más. No muy lejos de ahí, en una jaula habían cuatro ratoncillos blancos intentando esconderse los cuatro dentro de una caja de cerillas que tenían como único mobiliario.
En la estantería de arriba habían colgados dos pellejos de serpiente además de multitud de cosas que yo no era capaz de adivinar qué eran aunque los recorría con la mirada uno a uno intentando averiguar que eran pero no los había visto en mi vida.
Entonces oí un ruido que venía de otra habitación y pensé que podía ser aquella mujer que estaba durmiendo la siesta y se despertaba por fin, me sentí un poco aliviada, si me daba la muñeca rápido no llegaría demasiado tarde a casa.
-Hola ¿Qué hay alguien?
Un gato negro precioso fue el único que vino a contestarme.
-Miiiaaaau
Nunca sabré si me quiso decir que no o que su dueña no tardaría en volver pero me pareció un maullido de lo más expresivo, se me quedó mirando unos instantes en silencio como esperando una respuesta y luego se fue a oler mi muñeca que había caído en el suelo, me sorprendió que con tantas cosas que había en aquella casa le diera por oler mi muñeca, pensé perpleja: ¿A qué olerá? Supongo que ya se conocía todos los demás olores o quizás quería comprobar si era mía.
Me decidí a dar un salto, entrar y cogerla, estaba muy nerviosa puesto que me daba mucho miedo pero si lo hacía rápido nadie me vería y podría salir pitando de aquella casa pero cuando me subí al alfeizar de la ventana el corazón parecía que el gato me bufó como amenazándome y se fue corriendo con mi muñeca en la boca.
Yo me quedé ahí sentada indecisa, pensativa ¿Qué hacer? No podía entrar y perseguir al gato por toda la casa, observé entonces a los ratones que no habían perdido detalle de los movimientos del minino y ahora me miraban como felicitándome por haber conseguido que marchara.
-¿Se puede saber que haces en mi ventana?
Pegué un bote y el corazón casi se me sale por la boca, me giré y me estaba mirando una señora no muy mayor, debía tener unos treinta años morena de ojos negros con una nariz alargada pero dentro de lo normal no la típica nariz picuda que les dibujan a las brujas, los labios eran finos y los tenía muy apretados, llevaba un vestido también negro, un pañuelo en la cabeza y un delantal amarillo de rayas bastante manchado de hierba verde que hacia contraste con el vestido, llevaba un montón de romero recién cortado en un cesto, lo supe por qué olía mucho y se mezclaba con el olor a sudor que desprendía, estaba firme delate mío con los brazos en jarra y cara de pocos amigos.
-Perdón señora pero unos chicos me tiraron mi muñeca dentro de su casa
-Y ¿Por qué?
-Se estaban riendo de Manuel porque no anda bien y yo salí a defenderlo, entonces la tomaron conmigo, me quitaron mi muñeca y la tiraron lejos, con tan mala suerte que se coló por su ventana
Cuando oyó eso tomó aire, cerró los ojos un momento y dio un suspiro fuerte, después suavizó un poco el ceño fruncido.
-Esta bien, pero será mejor que entremos por la puerta ¿No te parece?
-Sí, sí, claro, lo siento señora pero es que le tengo mucho cariño a mi muñeca, es de trapo con ojos de botones, me la hizo mi madre cuando yo era pequeña y no sabría dormir sin ella
-Y ¿Dices que se coló por la ventana o la tiró a propósito?
-Fue pura casualidad
Entonces se giró muy seria y dijo:
-Las casualidades no existen
Yo me quedé petrificada, si me hubiera hechizado con la mirada no me habría quedado más quieta, mientras ella me mirada de arriba a abajo muy fijamente, yo notaba como su mirada traspasaba mi ropa, sentía que podía verme desnuda y que no se quedaba ahí, taspasaba también mi piel y observaba mi interior como buscando una respuesta, buscaba algo concreto, no tengo ni idea de qué era pero debió encontrarlo porque de repente el gesto de su cara cambió y se volvió más amable.
-¿Has visto donde ha caído?
-Sí, pero...
-Pero ¿Qué?
-El gato la cogió y se la llevó, lo juro
Esperaba que se quedara sorprendida incluso que dudara de mi versión, una niña extraña que afirma que su gato se llevó una muñeca, hasta a mí me costaba creerlo pero ni se inmutó, entramos y estaba muy oscuro, yo estaba paralizada y me daba miedo hasta respirar, no me atreví a moverme hasta que encendió una vela que no alumbraba gran cosa pero suficiente para divisar el pasillo por el que tenia que ir hasta el comedor.
No sé porqué no quiso abrir más ventanas para que entrara luz, quizás porque estaba atardeciendo y el sol se apagaba por momentos pero podría haber encendido las lámparas de petróleo que hubieran dado mucha más luz que la triste vela, puede que para no perder tiempo o quizás porque no quería que yo me fijara mucho en el contenido de la casa y todas las cosas raras que en ella habían, esta era una manera de que yo viera lo justo.
-Sobretodo no toques nada
No hacía falta que me lo dijera ella, yo estaba muy asustada me daba miedo hasta respirar y el corazón me iba a 200 por minuto, esa penumbra en un sitio extraño, saberme envuelta de tantas cosas raras me daba un miedo horrible y sobretodo los olores me abrumaban, a pesar de estar la ventana abierta olía a cerrado, los animales que allí habían aportaban un tono nauseabundo al olor de las hierbas y hacían un cóctel muy fuerte que te envolvía como un manto invisible.
-¡Gargamel!
Al momento apareció el gato y contestó con un “¿miau?” que parecía querer decir “¿Qué quieres?”
-¿Tú te has llevado la muñeca de esta chica?
-Mooou
-¿Cómo que no? ¡No me engañes! ¡Eh!
-Miaaaaau
-Venga va, no repliques y tráeme la muñeca
Yo observé incrédula toda la conversación por qué había sido eso: Una conversación en la que hasta yo había podido darme cuenta de lo que contestaba el gato simplemente con la entonación de los maullidos.
-¿Es un gato de verdad?
-¡Claro! ¿Qué te pensabas?
-Nunca había visto un gato contestar así
-Bueno es que Gargamel en muy contestón
Mientras volvía el gato sacó un tarro con unos polvos y le pasó la mano por encima.
-Mira esto es polen de mandrágora y las personas que poseemos magia lo atraemos como un imán
Efectivamente la mano se le quedó impregnada de polen sin haberlo tocado, acto seguido me hizo pasar a mí la mano por encima y prácticamente todo el polen se pegó a mi mano produciéndome una extraña sensación, yo intenté despegarlo con la otra mano pero se pegaba de una a otra, sentí pánico y me puse a chillar, entonces ella me agarró y con un trapo me limpió las manos.
-Tranquila, no pasa nada, no te asustes
-¿Qué ha pasado? ¿Qué significa eso?
-Significa que tú también tienes magia dentro, y mucha
-O sea, ¿Qué soy una bruja?
Entonces se rió y dijo:
-Nadie nace bruja, quiere decir que podrías ser una bruja y muy buena
En cuanto el gato me hubo devuelto la muñeca salí corriendo casi sin despedirme de aquella casa tan extraña aunque me dijo que podía volver cuando quisiera no pensaba volver a acercarme.
Cuando llegaba a casa estaba oscureciendo por momentos, mi madre había salido a buscarme camino abajo, andaba cubierta con una capa, alumbrándose con un farol y llamándome a gritos, parecía un alma en pena que vagaba por el bosque preguntado por su hija cuando la vi me hizo mucha gracia,y no pude parar de reírme.
Eso hizo que se enfadara todavía más conmigo:
-Encima te ríes ¿Te parece divertido llegar tan tarde?
-No mamá, lo siento pero unos niños me entretuvieron
-Venga vamos, las explicaciones en casa

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