En unas semanas Benu estaba ya lo bastante grande para empezar a volar así que lo dejamos otra vez en la casa de al lado para que practicara y también cazara. Por la noche se colaba por la chimenea dentro de la forja, le encantaba dormir allí.
Hasta que llegó el día que debía marchar, ya había crecido y no podía quedarse ahí, necesitaba volar, y no podía volar sobre Tarraco o acabarían por descubrirle.
-Debo marchar, muchas gracias por todo hermanito, me has salvado la vida
-No he hecho nada que tú no hubieras hecho por tí
-Me ha alegrado mucho estar contigo pero no entiendo porque has preferido esta vida a vivir libre y sin obligaciones
-No prefiero esta vida, la encuentro aburrida y repetitiva pero me hacía gracia vivir la experiencia
-¿Y que piensas hacer?
-Viajar por el mundo pero como humano, tengo curiosidad como ave fénix siempre pasamos por encima de todas las historias.
-Espero volver a verte pronto, cuídate
-Lo mismo te digo, hasta siempre
Así me despedí de mi hermano, quién sabe cuando si nos volveríamos a ver, porque yo tampoco me quedaría en Tarraco por mucho tiempo, tenía ganas de viajar y ver más cosas.
A los pocos días me despedí también de Elena y su hijo, que quería seguir viajando y los dejaba a ellos vivir en la casa, allí, dentro de la ciudad estarían resguardados y protegidos y yo emprendí la marcha con mi zurrón como único equipaje, quería llevar lo justo por si necesitaba transformarme en ave fénix, Yanira se empeñó en acompañarme.
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