Subí
apresuradamente las escaleras mientras miraba el reloj: Las nueve y
diez. Llegaba tarde pero no demasiado, en cuanto toqué el timbre me
abrió el padre Miguel.
-Hola,
gracias por venir, pasa, te estamos esperando
Entré
en la casa del cura, era una casa sencilla como todas en nuestro
barrio, pisos pequeños sin ascensor y muebles viejos, estaba llena
de santos, vírgenes y ángeles adornando todas las paredes. Cuando
entré en el comedor me sorprendió ver un poster de Maquiavelo entre
tanto santo, supongo que para ser sacerdote en nuestro barrio debía
aplicar muchas veces aquello de que el fin justifica los medios
porque en nuestro barrio nada es blanco o negro... Todo son grises.
Entonces
observé los otros miembros de la reunión: Sonia, la madame
acariciando su lindo perrito, llevaba un vestido rojo tremendamente
provocativo, pienso que demasiado corto y con demasiado escote para ir
a la casa de un cura pero Sonia es como es. La conozco de toda la
vida, de hecho estuve saliendo con ella a los 18 años. Cuando eramos
unos adolescentes llenos de sueños. Yo trabajaba de peón en la
construcción y ella soñaba con ser cualquier cosa en la vida menos
una puta como su madre, por desgracia a mí me pillaron una noche
haciendo una gasolinera y me pasé tres años en el talego, después
nadie me daba trabajo, por suerte había hecho amigos dentro que me
dieron la posibilidad de ganarme la vida.
Ella
buscó trabajos honrados pero todos los que le daban un puesto, ya
fuera de dependienta o en una fabrica sólo la contrataban por una
curiosidad: Si la chupaba tan bien como su madre. Por eso decidió ir
al sitio que le correspondía, donde el que quisiera sexo con ella
tuviera que pagar. Por suerte era muy guapa y de joven se la rifaban
por eso consiguió hacer dinero y ser la madame del garito del
barrio.
A su
lado, está Gregorio sentado, el policía local, también es del
barrio, de niño era un abusón, supongo que por eso se hizo madero,
para poder seguir dando palizas sin problema. En el otro sofá,
Jaime el concejal del ayuntamiento, en clase era el más torpe pero
su tío lo enchufó en el partido y así vivía sin dar golpe.
Entonces empezó a hablar el padre Miguel.
-Gracias
a todos por venir, os preguntareis porqué. Pues bien, ya sé que no
somos muy amigos y creo que desde aquella noche loca de San Juan no
habíamos estado los cuatro juntos
Esa
referencia me sorprendió, casi no la recordaba, eramos unos chicos
que salimos juntos esa noche por los barrios ricos, recuerdo que
Jaime. quiso hacer la gracia y metió un trueno en el tubo de escape
del coche del alcalde, aquel coche debía tener un problema de
inyección, quemaba mal la gasolina y por eso se acumulaba en el
escape... fue una hoguera preciosa. Luego fuimos a bañarnos de
madrugada al pantano como manda la tradición la noche de San Juan,
entonces recuerdo que Miguelito estaba colado por Sonia desde siempre
y se le declaró allí mismo: Desnudos al amanecer. Pero ella me
prefirió a mí ¿Quizás por eso se hizo cura? «Quien sabe»
pienso mientras observo que sus ojos no se desvían del balcón de su
generoso escote.
-Pero
creo que a pesar de nuestras diferencias todos queremos este barrio y
debemos unirnos para defenderlo de la invasión de moros que lo están
jodiendo.
-La
solución es muy fácil: Que los detenga - dije yo señalando a
Gregorio
-Sabes
que no puedo hacerlo sin pruebas o me acusaran de racista
-¿Qué
no tienes pruebas? Pero si venden la droga en la puerta del instituto
-Sabes
perfectamente que pillando al pringao de turno con 20 euros de
chocolate no solucionamos el problema, necesito saber donde la mueven
-Esta
bien, la traen en un camión, un trailer matricula francesa y lo
conduce un tal Abberraman, gordo, feo y le encata pegar a las tías -
intervino Sonia - pero yo, no he dicho nada
-Ves,
eso es una ayuda ¿Y donde la esconden? ¿En el locutorio?
-No -
Dije yo con condescendencia - Tienen un piso en la calle Espronceda,
allí tienen un laboratorio donde la cortan con mierda y de un quilo
sacan tres
-Mira
quien habla
-Perdona,
no compares, yo no vendo mierda y por supuesto, no se la vendo a los
niños... no se la vendo a nuestros hijos
-Señores,
por favor, tengamos la fiesta en paz, estamos aquí para defender
nuestro barrio de un enemigo común
-Esta
bien, Gregorio, dame un email y te enviaré detalles para que los
puedas empapelar, pero que quede claro que no soy tu chivato
-Por
supuesto, que quede claro que esto no cambia nada entre nosotros, no
te debo nada